Entrevista a Pablo Sigismondi

Por David Albano González, Hernán Brizio y Marco Alfieri.

 

PABLO SIGISMONDI

Con la conocida generosidad que lo caracteriza, Pablo Sigismondi desde la República Centroafricana (su último viaje) aceptó nuestra invitación para ser entrevistado por LAPSO.

Cordobés y fotógrafo, geógrafo y viajero, es uno de los argentinos que más conoce el mundo.

Su recorrido no termina hasta que no lo haya relatado lo suficiente mediante muestras fotográficas, seminarios, crónicas en la prensa y conferencias. Los destinos que escoge siempre están impregnados de un interés geopolítico. Nos interrogamos entonces si se trata de lugares donde podemos investigar la incidencia de los dioses oscuros de nuestra época.

LAPSO encontró a Sigismondi en un tradicional restaurante cordobés un día de julio, la extensa conversación hubiese continuado de no ser por la agenda de cada uno de los que participábamos. Así de interesantes son sus narraciones, quizás por su pasión exploradora, quizás por su compromiso con lo que relata. La tapa de este número de LAPSO y esta entrevista, cuentan con algunas de sus fotografías, las que gentilmente cedió para este volumen, estamos profundamente agradecidos con él.

LAPSO- ¿Cómo llegaste a la fotografía y a los viajes?

Pablo Sigismondi- En gran medida entiendo el mundo desde la geografía —que es mi formación— ya que para mí es la base sobre la cual se determina el comportamiento de una sociedad. Viajar me hizo entender que la geografía era lo más cercano a mi interés. Cuando llega la gran pregunta “¿qué vas a estudiar?”, la pregunta de fondo era: “como geógrafo ¿de qué vas a vivir?, ¿vas a ser profesor?”. Yo intenté saltear ese lugar y empecé con la geografía junto con la fotografía, la cual entiendo como una forma de testimoniar. La relación de esto con mi hacer es “quemar cabezas”. Lo que yo hago, “quemar cabezas” o “sacudir”, se dirige a tratar de abrir los ojos a través de la fotografía y los testimonios de las personas. Es el modo de estar en el lugar.

En nuestra parte del mundo recibimos la información a través de terceros. Por ejemplo, de África. Cuando obtenemos información o noticias, las recibimos a partir de los mismos que la colonizaron, explotaron, dividieron y esclavizaron. Desde que estuve en la República Centroafricana, hace un tiempo —aclaro que nunca jamás fue un argentino a la República Centroafricana, ni periodistas ni nada— hasta el año 2015 que fue el Papa, me pregunté algunas cosas. ¿Qué información recibimos de  ahí? La que llega de los medios. Y a los medios, ¿quiénes los manejan? Los mismos que la han destruido en gran parte, siendo Francia la primera responsable. Entonces, lógicamente, la información que nos va a llegar probablemente no sea mal intencionada, pero va a tener un prisma que no es el nuestro.

L- ¿Y el viajar continuamente?

P. S.-Yo viajo desde muy pequeño y viajar es un estado espiritual, del alma, por lo que no hace falta irse lejos para viajar. Incluso, se puede viajar acá mismo, en la ciudad. Además, el mundo conocido y calculado, donde sabés cada movimiento y donde las cosas se pueden resolver más fácilmente, sin tener que preguntarle nada a nadie, no se presenta así cuando uno está viajando, pues todo lo que vemos ya no resulta conocido. Si a eso le sumas el idioma, la cultura, el alfabeto en el que no se puede leer nada, como Rusia, o Israel mismo, o el mundo árabe, donde se maneja otra grafía para escribir, evidentemente, vas a tener que preguntar cómo vas a dormir, cómo vas a moverte, a comer… aprender prácticamente de cero. Este es un buen ejemplo para diferenciar el viajar de hacer turismo. Si hacés turismo, llegás a este lugar y ya tenés el hotel, la excursión, la comida que te espera, no tenés problemas. Viajar implica meterse en el lugar y en la sociedad. Además, viajar incluye la experiencia de estar solo, porque si uno viajara acompañado, y principalmente por alguien de tu lugar, con tu cultura y demás, resultará lógico que permanentemente haya una retroalimentación que te lleve de nuevo al lugar del cual vos venís, incluso hablar tu propio idioma te hace perder contacto con el lugar. Entonces, viajar es un estado espiritual y no trasladarse solamente en el espacio, sino trasladar la psiquis, la mente, lo que uno es, al otro lugar y tratar de empezar allí desde cero.

L- ¿Qué buscas captar con la fotografía? ¿Hay una ética? ¿Qué es lo imposible de ver, qué queda oculto?

P. S.-Lo oculto es la maravilla y la riqueza de variedad que tiene el mundo. No es que nosotros no lo veamos. A veces no sabemos ni siquiera que existe. Porque si te digo el Partenón, vos no lo conocés personalmente pero inmediatamente te viene a la mente su figura; el Coliseo romano, te viene la figura; el Empire State también. Ahora si te digo el templo de Kailash, en la India, que tiene cuatro veces el volumen del Partenón, que fue excavados en la roca de arriba para abajo, representan la vida, el hinduismo y el budismo en el monte de Ellora, ¿qué se te viene a la cabeza? No mucho. Entonces, es esta idea de alumbrar lo que hay en el mundo, no sé si se trata de lo oculto, pero sí de lo que está sumergido y no se ve. No se ve por ignorancia, no se ve por comodidad, no se ve por ideología. La fotografía busca alumbrar eso que queda oculto, según una mirada occidental hegemónica. En cuanto a la ética como fotógrafo y como viajero, diría que todo es una marcha espiritual interior. La fotografía muestra lo que uno tiene dentro. Es decir que la fotografía, por definición, se ha banalizado pero en realidad muestra lo que buscamos o tenemos dentro. Digo esto por lo menos en mi caso. Yo fui a Japón siendo muy chico y a mí me interesaban los templos, la arquitectura, la modernidad. Me levantaba muy temprano para fotografiar y que no hubiera gente. Me gustaba lo arquitectónico, lo histórico, lo cultural. Hoy en día, concibo que si no conozco a la gente del lugar, si no conozco al protagonista local, es como que el viaje no tiene sentido.

Una fotografía que implique celebrar la violencia, la muerte, la superioridad o el racismo que hay en una ideología, no la haría, no está en comunión con mi pensamiento, pero no digo que está mal el que alguien lo haga porque también puede servir de denuncia.

L- En varias entrevistas vos nombrás como un rasgo de la miseria humana y propio de los sujetos, la indiferencia y los velos. ¿Podrías ampliar esa idea?

P. S.- Hay velos que son invisibles, que no los vemos, pero que están. El primero es la indiferencia y la ignorancia. No puedo conocer ni entender sino conozco. Y muchas veces conocer significa, como decía Jung, alcanzar la iluminación sobre el laberinto del mundo conociendo la oscuridad del mundo. Muchas veces uno no quiere verlo porque molesta o hace ruido. O por el velo en el que fuimos educados, todos tenemos velos, que son muy difíciles de arrancar. El velo del individualismo en este mundo en que vivimos, que nos hace creer que cada uno es empresario de sí mismo. Esto de hacernos creer que solos nos vamos a salvar, es un velo, la indiferencia cuando no nos importa lo que le pasa al resto, “total lo que les pasa a las mujeres trolebuseras no es un problema mío, que se jodan. Hicieron paro, que se jodan”. Cómo vamos a resolver los problemas si ni siquiera nos queremos acercar a la gente que los está padeciendo. Por ejemplo, una vez me subí a un carro como fotógrafo con un chico que llevaba el caballo, a dar vueltas. Y es increíble la reacción de los que te ven todos los días, cómo estigmatizamos, cómo ponemos máscaras. Mi intención es que la fotografía sirva para quitar algún velo.

L- Entonces la cámara siempre te acompaña…

P. S.-La cámara la llevo todo el tiempo. Desde el punto de vista fotográfico, la mejor escena es cuando no la estás pensando. Si ahora saliste para hacer fotos, probablemente no encuentres ninguna buena, la mejor te va a venir en el momento menos esperado. Lo que Cartier Bresson llamaba “el instante mágico de la fotografía”. A la cámara la llevo conmigo, pero no la llevo expuesta, la llevo con mucho cuidado, de manera de no pasar como periodista o fotógrafo, hasta estudiar y ver cómo viene la mano, sentirme medianamente cómodo, porque muchas veces la cámara puede ser el salvavidas de plomo, porque evidentemente la cámara implica también un enorme grado de superioridad tecnológica del que la tiene, a aquel que no la tiene. Y muchas veces la cámara puede ser una afrenta también.

L- No es solamente la fotografía, sino también las conferencias, los seminarios que dictás, es decir: tus relatos también sirven para levantar esos velos

P. S.-Es que no tendría sentido, si no para qué lo haría. Para qué viajar, y tratar de entender esas problemáticas, si me las guardo en mi casa. El viaje no termina hasta que no se puede contar. Y contarlo significa contarlo de muchas formas. Ahora lo estamos contando. Ahora estamos utilizando un canal de poder expresar el viaje. El agua no se pudre cuando corre. Para que yo pueda salir al próximo viaje tengo que haber vaciado la mochila del viaje anterior. Y vaciar la mochila significa poder contar, recontar. Porque además el viaje vuelve a suceder cuando yo lo cuento.

L- “Dioses oscuros” es una expresión que hace referencia al sacrificio que esos dioses piden para testimoniar de su existencia…

P. S.-No se conoce un lugar si no se conocen sus dioses. Yo creo que la invención de los dioses es la mejor creación que ha hecho la mente humana y que ha elaborado a lo largo de toda la historia y prehistoria. A su vez ese dios o esos dioses, en gran medida, son producto del medio, es decir, las organizaciones humanas en el ambiente natural en el cual les ha tocado desarrollarse. Ese ambiente también condiciona la forma en que se construyen esos dioses, es decir, tiene un componente geográfico muy marcado. Por ejemplo, cuando pensamos el politeísmo de la India y conocés la India profunda, el Himalaya, con una naturaleza exuberante de montañas, de nieve, de desiertos, de pájaros y de árboles, de color, de ríos, de glaciares, es lógico que esa sociedad haya creado en su panteón un sistema politeísta de dioses. En un ambiente geográfico muchísimo más duro, monocorde, como sería el desierto en la península arábiga, el horizonte arena y cielo, no sorprende que esa sociedad haya construido un dios monoteísta, incluso riguroso, malo, castigador, como el dios judeocristiano básicamente, creado en un ambiente geográfico muy hostil a la presencia humana.

Por otro lado, no existe sociedad sin dioses, aun aquellas que se puedan declarar ateas o que se dicen posmodernas: consumen y practican un fetichismo hacia otro tipo de dioses, por lo que de algún modo están presentes. Hoy en día la secularización y la falta de creencia en las religiones tradicionales, ha derivado que en la sociedad occidental el peso del dios esté en el mercado.

Propongo otro ejemplo, quiero volver a esto, en el Islam ustedes saben que hay un mes sagrado que es el Ramadán. Durante ese mes, que va cambiando el mes calendario cada año, desde la salida del sol hasta la puesta del sol hay que hacer ayunas, lo que significa que no se puede comer, beber, ni tener sexo. Imaginate si esa religión hubiese nacido en una alta latitud que durante el verano tiene 20 o 22 horas de luz, el ayuno del Ramadán y sus conceptos asociados serían prácticamente imposibles de cumplir. Pero en la península arábiga donde hay una baja latitud, no hay mayor diferencia entre las horas de luz de cada estación. En el Ramadán, todo lo que no se pudo hacer durante el día, se hace de noche. Es una experiencia maravillosa. Por ejemplo, una hora antes de que caiga el sol las panaderías empiezan a abrir las puertas, la gente empieza hacer cola para comprar el pan y cuando ya llega la hora en la que se puede comer, es un jolgorio. Comer, tener sexo, todo junto en esas horas hasta que empieza el ayuno nuevamente.

SIRIA Maalula. Copyright Pablo Sigismondi, 2016. 
Maalula, Siria (2016). Iglesia de Santa Tecla. Tecla de Iconio o Santa Tecla fue la primera discípula mujer de San Pablo. La Iglesia fue destruida en 2013 por grupos yihadistas en batalla contra el ejército sirio.
Maalula es una de las pocas ciudades donde aún se habla el arameo. En 2013 fue capturada por los yihadistas contrarios al gobierno. La oposición armada, probablemente islamistas radicales, tomaron como rehenes a 12 monjas. Gran parte de su riqueza cultural ha sido destruida por los grupos extremistas.

Al viajar te das cuenta que no hay un Islam. El Islam, para occidente y principalmente para EE.UU, es lo que condensa el mal, como demonio u oscuridad. Me explico, después de que concluye la Guerra Fría es decir, después del ‘90-91, Occidente, principalmente EE.UU., se encuentra ante el dilema que ya no tiene más enemigos, gran parte de su política histórica, se sostiene permanentemente por estar luchando contra alguna oscuridad, contra algún demonio para que a su vez pueda cohesionar su frente interior. Es decir: EE.UU peleaba con los pieles rojas, con los indios, con los españoles, después con los nazis, después con los comunistas y ahora pelea contra el Islam. Siempre demoniza un enemigo y el Islam aparece, principalmente después del 2001, transformándose en el perfecto enemigo que hacía falta para poder justificar políticamente todo lo demás.

Respecto del Islam, sucede lo mismo para una parte de la sociedad. La presencia de un demonio como EE.UU., que invade Afganistán, que invade Irak, que pisotea Palestina, que destruye Somalia, que destruye Siria, tenemos lo que en árabe se llama Kabir shaytan, el gran demonio. Ese es el nombre que se le da a EE.UU.

Vietnam Ho Chi Minh. Copyright Pablo Sigismondi, 2015. 
Ho Chi Min, Vietnam. Ciudad reconstruida junto al río Saigón. La masiva entrada de EEUU en Vietnam implicó  el empleo generalizado de productos químicos y  defoliantes en grandes extensiones de campo a los fines de evitar que el Viet Cong fuera capaz de ocultar sus armas y campamentos bajo el follaje. Estos productos químicos cambiaron el paisaje, causando enfermedades, defectos en bebés de padres expuestos y el envenenamiento de la cadena alimentaria.

L- ¿Qué es una guerra hoy?

P. S.- Ante todo, una guerra es un choque, un desencuentro, es una tragedia. Es, desde la religión, el pecado más grande que puede haber. Una guerra es una demostración de que hemos fracasado como especie. Las guerras son muy complicadas ahora. Para poder justificarse, se han vuelto más primitivas, porque recurren a la creencia, para decir “te mato, pero no porque yo sea malo, te mato porque mi dios me dijo que te mate”. Hoy en día la religión del mercado mata todo el tiempo, de una manera mucho más silenciosa. Una guerra no es un conflicto armado necesariamente. Probablemente la mayoría lo son. Pero es guerra en el momento en que se encuentran con la pregunta de con qué te voy a matar, con un cuchillo, con un vaso, no importa, pero con algo te quiero matar, porque vos no cumplís con lo que yo digo que mi dios dice que tenés que cumplir.

SIRIA Homs. Copyright Pablo Sigismondi, 2016.
Homs, Siria. Actualmente se encuentra totalmente devastada por las batallas y bombardeos que la acechan desde el año 2011. Estos conflictos provocaron un daño total y más de 13.000 muertos. Su población ha disminuido a menos de un tercio. La ciudad de Homs, se ha convertido en la localidad más dañada. Tiene la mayoría de sus edificaciones y barrios destruidos.

L- ¿Se tratan de sacrificios en nombre de un dios?

P. S.-Totalmente. Los sacrificios los podríamos dividir en “buenos” y en “malos”. O en leves y en no leves. Lo que comentaba sobre el Ramadán, que no podés comer por ese mes durante el día, es una forma de sacrificio, donde a vos te dicen que no tenés que comer cerdo, tomar vino, o lo que sea, es un ritual que implica un sacrificio. Pero a veces esos sacrificios son sangrientos. Por ejemplo, en Papúa Nueva Guinea, en la creencia ancestral del pueblo Dani, cuando una persona muere, a los deudos hay que ir cortándoles, como señal de duelo, las falanges de los dedos. Y tirarlas con el muerto y quemar todo en la ceremonia. Entonces vos ves gente que le faltan las falanges por eso. O, por ejemplo, una práctica que ha quedado reducida a áreas muy remotas, pero que se sigue haciendo, que es el Satí, es la quema de la viuda. En algunas zonas remotas en Nepal, cuando una mujer enviuda se la crema con el marido viva. Hoy está prohibida, pero se sigue haciendo. 

L- ¿Y cuando el dios es el mercado?

P. S.- Lo ves todos los días, el que está durmiendo en la calle. El chico que está lavando vidrios, el que está en la esquina vendiendo cualquier cosa para vivir. El que se da con paco porque la vida se le hizo tan miserable que es lo único que lo saca un poco de la miseria. Es el excluido, lo que Bauman llama “los residuos humanos”. Que son productos del mismo sistema. El sistema es clarísimo desde el punto de vista físico, geográfico, ecológico, es imposible que cada ser humano tenga un auto, un plasma. El mismo sistema sabe que desde el punto de vista físico, los recursos naturales son finitos, y el modelo te presenta una panacea de crecimiento infinito. Porque la panacea es que hay que crecer. Incluso no es un problema del capitalismo, el comunismo es lo mismo en ese punto. O sea, el modelo que se nos presenta, es que hay que crecer, y eso implica utilizar los recursos naturales, y éstos no pueden alcanzar para que los 7200 millones de habitantes consumamos como un ciudadano medio norteamericano. No hay energía para que tengamos 7200 millones de autos dando vueltas, y si la hubiera, no hay espacio físico. Entonces, tenemos un modelo que presenta una panacea, un espejismo basado en el consumo, en la producción, el crecimiento y demás, que quienes lo elaboran saben que va a quedar excluida una porción muy grande de la población simplemente porque no da para todos. 

L- Volviendo a la fotografía: la fotografía a la vez que muestra, puede tender al adormecimiento.

P. S.- La fotografía es un arma de muchos filos, no de dos, de muchos filos. Porque, así como puede correr un velo, puede insensibilizar. De hecho, tanto ver imágenes de determinadas cosas, terminás diciendo “de nuevo”. Y la fotografía en esta época, por los mismos alcances tecnológicos se ha popularizado pero también se ha banalizado mucho. Se pierde la posibilidad de distinguir lo banal, de lo verdaderamente importante. De alguna manera ha perdido la magia que tenía como documento. 

L – ¿Puede recuperarse esa magia?

P. S.- Básicamente yo no permito que mis fotos se manipulen, más de lo que ya están cuando las saqué. Pero no me gusta que se agreguen cosas o se quiten, se trabajen cosas en Photoshop o se cambie la luz o lo que sea porque es lo que hay de la imagen. Eso es una de las cosas que siempre pido cuando se publican en cualquier medio las fotos. Después me parece importante tratar de educar en que la fotografía trasmita una información o una idea de por qué se hizo. Qué quisiste o qué querés trasmitirle al otro cuando le estás enseñando esa foto. Hice esta foto, y la persona que está en la foto se llama de tal manera, trabaja de tal cosa, tratar de personalizarla, no hacerlo todo anónimo.

L – No solamente imagen sino también palabra…

P. S.- Identidad e historia. Historia de vida, un nombre.