La presencia de cada analista y su operador irreemplazable

LUCIANA SZRANK

“(…) Sabemos que a través de las fluctuaciones de la historia del análisis,
de la intervención del deseo de cada analista, se ha logrado añadir algún
detalle, alguna observación complementaria, se ha logrado refinar
alguna incidencia, y ello nos permite calificar la presencia
de cada analista en el plano del deseo.”
(Lacan, 1964 [2013], p. 166)

Llegamos a la edición N° 7 de LAPSO. Esta vez y en estos tiempos, a partir de las conversaciones surgidas en el equipo que sostiene esta revista fue decantando un tema para este nuevo número: “La presencia de cada analista” —extraído como esos sintagmas de Lacan que tienen la opacidad y fuerza necesaria para interpelarnos y ponernos al trabajo—. Recuperemos algunos interrogantes surgidos en ellas: ¿Qué planteamos al decir presencia? ¿Qué diferencia a la presencia del analista, del semblante y de la posición del analista? ¿Cómo se concibe el cuerpo en relación a la presencia de cada analista? ¿Qué relación hay entre la presencia del analista, el inconsciente y el cuerpo hablante? ¿Cómo se relaciona la presencia del analista con la interpretación? ¿Qué sucede con la presencia del analista en la sesión virtual? ¿Qué podemos aprender y aprehender sobre la presencia y los cuerpos hablantes en los tiempos que corren? Y también ¿qué de la presencia de cada analista en el trabajo en instituciones así como en un trabajo de Escuela? Además, una pregunta ha insistido en relación a la práctica —afectada innegablemente por la irrupción de la pandemia por COVID-19— ¿solamente hay análisis y presencia si los cuerpos del analista y el analizante se encuentran rodeados por las mismísimas cuatro paredes? Logramos quizás cierto momento de concluir, no sin su complejidad, encontrándonos con que hay detalles clínicos que derriban esa idea, así como también hay otros que la sostienen. Así, en el encuentro con esa complejidad pudimos percatarnos cuánto amerita trabajar en torno a estas cuestiones, sujetas a verificación en cada momento y con cada caso.

Si retomamos algunas referencias situadas en relación al tema de la presencia, nos encontramos con que en el Seminario 11, Lacan (1964 [2013]) diferencia su lectura de las que se venían haciendo sobre la transferencia, concibiéndola como el deseo del analista. También allí recuerda que al concepto de inconsciente no se lo puede separar de la “irreductible” presencia del analista. En el Seminario 17 (Lacan, 1969-1970 [2017]) destaca que el analista se funda a partir del acto que lo instituye, es decir no existe tal sin el pasaje por la experiencia del análisis. A esta altura, Lacan ya ubica al analista como agente de discurso bajo la forma de a, como causa del deseo del analizante. En el Seminario 19 (Lacan, 1971-1972 [2021]) resalta el ocupar “en cuerpo” la posición del semblante, destacando que justamente se habita esta posición por no haber otra sostenible en relación al goce en los cuerpos hablantes. Y ya hacia el final de su enseñanza, en La tercera (1974  [2015]) nos indica “¡Psicoanalistas no muertos!”. Mientras que en el Seminario 23 (Lacan, 1975-1976 [2013]) habla de un analista que da respuesta y que por algún lado “enseña” de empalmes y suturas que vuelven posible otro modo de habitar el goce. Es decir que, a lo largo de su enseñanza Lacan va situando la operación analítica, que jamás puede prescindir de la presencia del analista. Y es muy interesante porque hasta el final de su transmisión, con todos los giros dados, sigue existiendo lo que se sostiene inmutable respecto a la presencia de cada analista y es la importancia otorgada a la singularidad de lo que permanece como resto a lo largo de un análisis, donde eso se torna más bien causa. Así, con este recorrido vemos la novedad y lo incomparable que contiene el discurso del psicoanálisis de orientación lacaniana, en el trabajo que se realiza para volver operante lo que pretende ser desechado, negado e incluso forcluido por los discursos y terapéuticas afines al discurso del amo y el neoliberalismo.

Y, si algo puede quedarnos muy claro a lo largo de todo este número es cómo la presencia depende fundamentalmente de que se de un enlace a lo que podemos llamar el operador irreemplazable, incuestionable e ineludible para un trabajo de análisis, el deseo del analista, ese impuro, a hacer existir cada vez.

Como lo dice claramente Jacques-Alain Miller (2017):

Las últimas palabras de Lacan sobre la posición del analista se dirigían a hacer de él una encarnación de este goce sin símbolo. (…) es una invitación al analista a plantarse, no como representante del saber sino —lo cual es inédito en toda la historia— como un objeto que no tiene símbolo en el discurso universal. (p. 60)

Adentrándonos en nuestra revista y sus partes, en la sección Teoría y Conceptos, podrán encontrarse con un trabajo de Ana Cecilia González que plantea un desarrollo teórico-clínico sobre las variaciones de la presencia a lo largo de la enseñanza de Lacan; también con la elaboración de Carolina Ferrieres sobre presencia y acto analítico, sosteniendo y trabajando la pregunta ¿de quién es el acto? Por otra parte, el aporte que realiza Ivan Ruíz con un recorrido sobre la virtualidad, lo real y la clínica, en torno a la pregunta sobre cómo afectar al goce del cuerpo que esclaviza al paciente. Y además, en esta serie de trabajos contamos con el de Carlos García, quien contribuye con material para pensar sobre la presencia de cada analista en el trabajo en instituciones, compartiendo saldos de saber extraídos de su experiencia como practicante de psicoanálisis en una institución de Chile.

Y por supuesto, como en cada edición, la Entrevista LAPSO, sección excepcional de nuestra revista por contar con el recurso de la viva voz y la imagen. Esta vez contamos con la presencia inconfundible de Gabriela Grinbaum, quien brinda una minuciosa historización del concepto de transferencia, destacando con claridad y precisión el enlace incorruptible que ha de existir entre la presencia del analista y el deseo del analista. Además, recuerda la contundencia de Lacan al plantear tanto que el psicoanalista es uno por uno, como al considerar que su formación principalmente la encuentra en su propio análisis. Y, como alguien que ha sido nominada A.E. (Analista de la Escuela), dando cuenta de ello, Gabriela entrega de un modo imperdible una transmisión sobre esta función y su valor en un trabajo de Escuela.

Podrán a su vez encontrar en Intersecciones una entrevista a Andrés Fassi —presidente del Club Atlético Talleres de Córdoba— quien transmite sobre un inclaudicable deseo sostenido en el mundo del deporte y de qué manera se puso en juego la presencia en la época de la virtualidad, particularmente en el Club que preside.

Además, en la sección Reseñas podrán leer escritos en torno a tres obras, que podemos decir refieren a distintos acontecimientos para el psicoanálisis mismo. Una, El nombre y la causa, escrita por Cristina Martínez de Bocca, referida al otorgamiento a Éric Laurent del título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba, reconociendo su incansable y viva presencia por la causa analítica. Otra, de Ana Sol Sikic, que como lectora de Lacan Hispano invita a este libro producido por Jacques-Alain Miller y Alejandra Glaze, en conmemoración de los 40 años de la muerte de Lacan y que cuenta con la participación de psicoanalistas del mundo, advirtiendo tanto del movimiento que se sostiene de y desde la transmisión del psicoanálisis en la enseñanza lacaniana, así como de la orientación que propone Miller con la que contamos y  nos servimos. Por su parte, Lucía Benchimol, aborda Tres segundos con Lacan, libro de Esthela Solano Suárez que testimonia sobre la presencia de Lacan como analista tanto en su propia experiencia de análisis, como en el dispositivo de control de la práctica.

Apres coup, la tapa: imagen elegida por contar con una potencia afín al tema que nos convoca, cierta opacidad iluminadora. Este trabajo fotográfico titulado Paciente, pertenece a Karin Idelson[1] (2017), artista que se propone navegar, visitar y de alguna manera reflejar esa zona oscura de lo que llama los propios puntos ciegos. Como verán, encontramos allí un diván no estándar, luces y sombras que se filtran por una ventana, así como un detalle vivo que casi no se ve, pero que sin embargo está. Además, ¿qué hace que una cama sea un diván? ¿Se trata de un instrumento donde las palabras se pueden inclinar y declinar? ¿Dice algo de ese lugar vacío a habitar cada vez?

Esta edición de LAPSO les espera con una variedad de presencias para sumergirse en ella por donde gusten. Parafraseando a Lacan: esperamos que esta edición provoque y acompañe la presencia de cada lectura por venir en la historia de las lecturas, con sus intervenciones, con sus detalles y observaciones complementarias, con sus incidencias y por ende, con la presencia de cada lector en el plano del deseo…

¡Buenas lecturas!


[1] En su página web https://karinidelson.com.ar/ podrán encontrar tanto la muestra Paciente, como más piezas de su obra.

Referencias

  • Idelson, K. (2017). Paciente. Buenos Aires. https://karinidelson.com.ar/Paciente

  • Lacan, J. (1964 [1992]). “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” en El Seminario de Jacques Lacan. Libro 11. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. (1969-1970 [2017]). “El reverso del psicoanálisis” en El Seminario de Jacques Lacan. Libro 17. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. (1971-1972 [2021]). “… o peor” en El Seminario de Jacques Lacan. Libro 19. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. (1974 [2015]) “La tercera” en Revista Lacaniana de Psicoanálisis. Año X, N° 18. Buenos Aires: Escuela de la Orientación Lacaniana.

  • Lacan, J. (1975-1976 [2013]). “El sinthome” en El Seminario de Jacques Lacan. Libro 23. Buenos Aires: Paidós.

  • Miller, J.-A. (2017). “El genio del psicoanálisis” en Introducción a la clínica lacaniana. Conferencias en España. Barcelona: Gredos.