Drogas, plagas y algunas lecturas

MARÍA PÍA MARCHESE

Resumen

Distintas producciones literarias y cinematográficas pueden ayudarnos a interpretar fenómenos de la historia de la humanidad, como la segregación y la toxicomanía. En este artículo se hace referencia a personajes kafkianos y a una película de David Cronenberg que reinterpreta la novela El almuerzo desnudo y la vida de su autor, el escritor estadounidense William Burroughs. En articulación con los desarrollos del psicoanálisis lacaniano, estas obras iluminan algunos de los resortes íntimos que sustentan dichos fenómenos y permiten dilucidar sus especificidades en el contexto actual.

“Joan Lee: —Es kafkiano, me siento como un insecto.”

Joan Lee en la película Naked Lunch. David Cronenberg, 1991.

El goce imposible

EEl reverso del psicoanálisis, Lacan (1969-1970 [2010]), postula la condición estructural de la segregación, ya que la misma da cuenta del goce como imposible en los sujetos que hablan:

Este empeño que ponemos todos en ser hermanos prueba evidentemente que no lo somos. Incluso con nuestro hermano consanguíneo nada nos demuestra que seamos su hermano…Esta manía de la fraternidad, dejando de lado el resto, la libertad y la igualdad, no es moco de pavo —convendría ver lo que hay debajo. (Lacan, J. 1969-1970 [2010], pp. 120-121)

 Y agrega:

Sólo conozco un origen de la fraternidad —quiero decir la humana, de nuevo el humus— es la segregación.

Simplemente, en la sociedad […] todo lo que existe se basa en la segregación, y la fraternidad, lo primero. Incluso no hay fraternidad que pueda concebirse sino es por estar separado juntos, separados del resto. (Lacan, J. (1969-1970 [2010], p. 121)

En el mismo capítulo de este seminario, Lacan retoma el asesinato del padre de la horda primordial de Tótem y tabú (Freud, 1913-1914 [2012]), el de Moisés y el cometido por Edipo, para dar cuenta del carácter ficcional de estos mitos, cuya función es constituirse como medios de localización del goce imposible vía la castración simbólica.

Una ley insensata

A partir de los desarrollos de Freud en Tótem y tabú (op. cit.) y Moisés y la religión monoteísta (1939-1934,1938 [2012])se puede saber que las consecuencias del asesinato del padre son el surgimiento del pacto fraterno y la emergencia de la ley. El padre muerto, tiene que ver con lo imposible del goce.

Estos mitos dan cuenta de la coordinación del goce con el significante y de la emergencia del deseo a partir de la ley del padre; la cual establece lo prohibido y lo permitido implicando por sí misma a la excepción y la normativización fálica. Pero la ley juega distinto su partida según el contexto de cual se trate.

El súper yo es estructural y empuja a gozar. Pero no se goza de la misma manera en la época de la primacía del Nombre-del-Padre—donde el empuje iba en la vía de la prohibición y era metabolizado por la metáfora paterna— que en la época de la inexistencia del Otro, donde la búsqueda de satisfacción no está atenida al goce fálico.

Como plantea Jacques-Alain Miller (1986): “el súper yo ciertamente es la ley, pero no la ley pacificadora, socializante, sino la ley insensata en tanto entraña un agujero, una ausencia de justificación…es el Otro en tanto no hay Otro del Otro” ( p. 143).

Ley loca y caprichosa que nos acerca al goce sin límites. Promueve la búsqueda de un goce absoluto, prometiendo nombrar lo innombrable, pero sin ofrecer un sentido que le permita a un sujeto identificarse y orientarse; exige la pura experiencia de goce, sin otorgar ningún saber sobre ella. Frente a la caída del Nombre-del-padre y de los ideales —los cuales implicaban el deseo y la causa por estructura— se empodera el súper yo, donde de lo que se trata es del goce, dejando a los sujetos a merced de la pura pulsión de muerte.

En Aún Lacan (1972-1973[2011]) plantea, que “nada obliga a nadie a gozar, salvo el superyó. El superyó es el imperativo del goce: Goza!” (p. 11). El Nombre-del- padre es una función que enlaza el goce al deseo, en cambio la ley del súper yo solo sabe del goce. Por lo tanto podemos postular que la época nos deja más de cara al goce que al deseo.

El odio al prójimo

Como se dijo anteriormente, el psicoanálisis aporta una interpretación inédita en relación a los otros discursos: la segregación es estructural en los sujetos de lenguaje. Ningún lazo social puede ser pensado sin referencia a la misma.

Los desarrollos freudianos postulan que habita en los seres humanos una tendencia al odio y a la destrucción del otro que es constitutiva. Existe en los sujetos la necesidad de diferenciarse. Cuanto más similar se vuelve el otro, más imperioso es elevar a una diferencia absoluta algún rasgo que separe, cuestión explicada a partir de lo que Freud denominó “narcisismo de las pequeñas diferencias” (1929-1930 [2012], p.110).

En El malestar en la cultura Freud (1929-1930 [2012]) plantea que el mandato “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, el cual supone el reclamo ideal de una sociedad culta, es un precepto irracional, ya que nada hace suponer tal bondad constitutiva en el hombre.

Con el término lacaniano de extimidad (Lacan, 1968-1969[2011]), que sienta sus bases en el concepto freudiano de “lo ominoso” (Freud, 1919 [2012]), podemos dar un paso más en la elaboración, ya que nos permite dilucidar de qué se trata esa maldad fundamental que nos habita, poniendo en evidencia la raíz más íntima de lo que se juega en los procesos de segregación. El sujeto no reconoce su goce ni se reconoce en su modo de gozar, por lo cual lo localiza a partir del goce del otro. En esa línea, este neologismo creado por Lacan permite otra interpretación, planteando que de lo que se trata es del odio al goce del otro, que siempre va a resultarnos extranjero, porque el propio goce lo es. Odiar como el otro goza se presenta como el único modo de localización del mismo ante la imposibilidad de simbolizarlo (Miller,  2010). Frente al no saber sobre el goce, aparece el rechazo.

El discurso de la civilización actual al promover borrar las particularidades en pos de un para todos el mismo goce que refuerza el retorno de la segregación forcluída, potenciando no sólo el narcisismo de las pequeñas diferencias estructural sino la intolerancia a lo que se presente como Otro. Recordemos entonces el postulado de Lacan cuando plantea que veremos una extensión de los procesos de segregación:

 …lo que vimos emerger, para nuestro horror, representa la reacción de precursores en relación con lo que se irá desarrollando como consecuencias del reordenamiento de los agrupamientos sociales por la ciencia y especialmente de la universalización que esta introduce en ellas. Nuestro porvenir de mercados comunes encontrará su contrapeso en la expansión cada vez más dura de los procesos de segregación. (Lacan, J. 1967 [2014], p. 276)

La metamorfosis hipermoderna: gregor samsa ¿un sujeto contemporáneo?

Cuando una mañana, Gregor Samsa despertó de un sueño intranquilo, se encontró sobre la cama transformado en un insecto monstruoso. Yacía sobre su espalda, dura como un caparazón, y al levantar un poco la cabeza vio su abombado abdomen pardo, cruzado por durezas en forma de arco, sobre el cual la manta, a punto de escurrirse por completo, apenas si podía sostenerse. Sus numerosas patas, lastimosamente delgadas en comparación con el resto de su envergadura, se agitaban desvalidas ante sus ojos. ¿Qué me ha sucedido?- pensó. No era un sueño. (Kafka, 1915[2011], p. 9)

La metamorfosis (Die Verwandlung, 1915 [2011]) relata la historia de Gregor Samsa, un comerciante de veintitrés años que vive con su familia a la que mantiene con su sueldo, hasta que un día amanece convertido en un horrible insecto. A partir de allí queda discapacitado para trabajar y vive escondiéndose del rechazo que provoca a su alrededor, generando complicaciones de todo tipo. Vive confinado en su cuarto y solo recorre la casa cuando todos duermen. Gregor vivencia en carne propia la repulsión que causa en su familia,  lo que aumenta día a día. Asco, agresividad, miedo, rechazo, frente a un insecto infectado y desagradable que al final ni su hermana —que era la única que se compadecía un poco de él— puede soportar. Todos anhelan su desaparición, hasta que él mismo se convence de ello y deja de comer. Es así que muere completamente solo. La asistente lo toca con la escoba y comprueba que solo queda su cadáver. La familia aliviada puede dedicarse por fin a pasear y ocuparse de nuevos sueños familiares.

A partir de lo desarrollado anteriormente, si pensamos la época y la segregación estructural como condición del lazo social, podemos postular que la metamorfosis de Gregor no fue causa sino efecto de la segregación. Personas, seres humanos como todos los demás que tienen una vida normal pueden convertirse rápidamente en seres despreciables e inmundos que deben ser barridos o eliminados por cualquiera; desde el otro más íntimo y familiar, hasta por tribunales que parecen ilegales como el que condena a Josef K. —otro personaje de Kafka—pero que funcionan por derecho bajo el aval de toda la sociedad. Es así que alguien puede decidir que otro merece y debe “morir como un perro” (Kafka, F. 1925 [2005], p. 249).

Desde su propia relación frente a la ley, Kafka describió anticipadamente el tratamiento que recibirían los judíos (entre otros) con el régimen nazi, así también como el hombre contemporáneo —en la era globalizada— sufre la exclusión, segregación y los estragos del empuje mortífero. Podemos pensar que no sólo vislumbró la forma que el rechazo iba a tomar unos años más tarde en Europa, sino incluso en la actualidad, donde se ganan campañas políticas bajo la promesa de construir murallas y proteger a los ciudadanos de aquel que es  diferente, o se elimina al prójimo ya sea por su sexo, nacionalidad, raza, religión o condición social.

Kafka y la Ley

El proceso es una novela publicada de manera póstuma por primera vez en alemán en 1925 como “Der Prozess” por Max Brod, basándose en los manuscritos desordenados de Kafka. Comienza anunciando que “Alguien debió de haber difamado a Josef K., ya que, sin que hubiera hecho nada malo, una mañana fue arrestado” (Kafka,1925[2005], p. 3), para continuar relatando el procesamiento cuyos motivos K. ignora y se enreda en averiguarlos desesperadamente sin éxito, encontrándose en un laberinto burocrático, con ayudantes que no ayudan, estamentos infinitos y reglas incomprensibles, sin poder acceder nunca al juez que lleva su causa ni al tribunal en la cual se desarrolla la misma; mostrando la ley y la justicia como inaprehensibles, lo que termina por consumirlo en la desesperanza, llevándolo a asumir la culpabilidad y a entregarse finalmente a morir “como un perro”.

Como podemos leer sobre Kafka¾a partir de la introducción a la novela escrita por Miguel Vedda¾ él mismo podía dar cuenta con una sensibilidad especial de la vivencia del goce como algo que no se reconoce como propio y se siente extranjero.

En cuanto judío no pertenecía enteramente al mundo cristiano. En cuanto judío indiferente (…) no pertenecía enteramente a los judíos. Como germanoparlante, no pertenecía enteramente a los checos. Como judío germanoparlante no pertenecía completamente a los alemanes de bohemia. Como bohemio no pertenecía completamente a Austria. Como funcionario de una empresa aseguradora de riesgos de trabajo, no pertenecía enteramente a la burguesía. Como hijo de burgueses, no pertenecía enteramente a los trabajadores. Pero tampoco pertenecía a la oficina, pues se sentía un escritor. Pero tampoco es un escritor, pues sacrificaba sus fuerzas a manos de la familia. Pero “vivo en la familia como alguien más extraño que un extraño”. (Vedda, 2005, p. 89)

Kafka, como se le dice, era un Outsider (Vedda, 2005, p. 21). Pero no de los lazos sociales, sino un exiliado en su relación a la ley que estructura el goce, lo que le permitió ser un pensador sensible al estado de excepción frente a la ley.

“…el descubrimiento de Kafka, es que a la ley no la regula el Nombre-del-Padre. Eso es el súper yo además, una ley que el nombre del padre no regula” (Alemán, 2008).

Al igual que Freud (1939-1934,1938 [2012]) en Tótem y tabú, Kafka dilucida que a la ley la funda su excepción, y que sin su faz de sentido, puede llevar a lo peor. Si para la estructura clínica neurótica el goce es éxtimo, para la psicosis el goce se vuelve definitivamente extranjero. Josef K. se convierte en el sujeto que lleva el extravío con respecto a su goce a la máxima expresión y se encuentra perdido frente a la ley tiránica y terrorífica que dispone sobre su cuerpo. “¿Dónde estaba el juez al que nunca había visto? ¿Dónde estaba el alto tribunal, al cual nunca había llegado?” (Kafka, F. 1925[2005], p.249). Tan extraviado que termina por rendirse frente a ella, agotado, esperando que alguna vergüenza, algún rasgo de su humanidad le sobreviva, ya que la operación segregativa produce un aplastamiento de la misma.

Gregor Samsa y Josef K., como otros personajes elaborados por Kafka, terminan reducidos, segregados, marginados, excluidos, llegando finalmente a su aniquilación física. Es así que en sus novelas, supo interpretar que hay un resorte estructural que nos vuelve proclives a ello, en la relación de cada uno con la ley y por lo tanto con el goce, la cual puede llegar al estrago.

Consumo y segregación

En la época de ascenso al cénit del objeto, con la consecuente declinación de lo simbólico que daba privilegio al tratamiento de la imposibilidad vía la castración, se promueve el tratamiento de lo real por lo real. Como efectos vemos las patologías del cuerpo, del acto y del consumo. Los lazos familiares se ven también afectados por este cambio, como enuncia Miller (2004) “la dictadura del plus de gozar devasta la naturaleza, hace estallar el matrimonio, dispersa la familia y modifica los cuerpos” (p. 47)No prevalecen los lazos simbólicos basados en la exclusión sino, en base a un objeto o modalidad de goce; las identificaciones ceden su lugar al consumo, donde se trata realmente de cada uno con su goce solo, autoerótico, el Uno sólo como estándar post-humano (Miller, 2004). Se refuerza por un lado el rechazo y por otro la tendencia de los sujetos a ofrecerse como objetos de sacrificio a los dioses oscuros. Consumo y segregación, parecen ser dos rasgos inherentes al sujeto post-humano.

Se da entonces una doble vertiente segregativa: los sujetos segregan lo que se les presenta como otro pero también se auto segregan intentando dar cuenta de una modalidad de goce específica y particular, en detrimento de otras, en un anhelo de nombrar lo imposible de inscripción de la relación entre los sexos (o, a sabiendas de su imposibilidad, escapan a su complicación privilegiando el goce autoerótico).

¿Post-humanos o escarabajos?

El almuerzo desnudo (Naked Lunch, 1991) de David Cronenberg, basada en la novela del mismo nombre de William S. Burroughs (1959), versa sobre un exterminador de plagas llamado Bill Lee que es cuestionado y acusado de inhalar el insecticida que usa para su trabajo, ya que éste tiende a desaparecerle rápidamente. La empresa le niega así la provisión del mismo, porque creen que lo usa para drogarse. Es allí que Bill se da cuenta, al llegar a casa, que su mujer Joan se lo está inyectando y cuando la interroga, esta le dice que se trata de un “colocónliterario”, ya que “es kafkiano, uno se siente como un insecto”[1].

Bill Lee comienza a alucinar con escarabajos gigantes por su exposición al insecticida, no pudiendo ya discernir realidad y fantasía. Es allí cuando se le asigna la misión de matar a Joan a lo cual accede pero posteriormente y sin quererlo, por lo que decide huir a Interzonas, un lugar considerado un refugio para la escoria de la humanidad. Previo a ello visita al Dr. Benway quien le receta polvo de carne negra como medicación para bloquear los efectos tóxicos del insecticida, pero finalmente va a descubrir que esa es la droga (realizada a base de ciempiés) que le genera las alucinaciones. Las escenas finales muestran a sujetos esclavizados consumiendo la sustancia espesa que disgregan los escarabajos gigantesperdiendo el espectador así la noción de quién es el consumidor y quién el consumido. Como dice la novela, “el comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente.” (Burroughs, 1959, p. 4). Bajo esa lógica, cabe la pregunta: ¿se trata de post-humanos o de insectos ofrecidos en sacrificio bajo la ley del súper yo, para complacer al Dios oscuro?

[1] Comentario de Joan Lee en “Naked Lunch”. Cronenberg, 1991.

Referencias

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  • Burroughs, W. (1959) El almuerzo desnudo. Recuperado el 10 de febrero de 2017 en su versión online aquí.

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