Enigmas del cuerpo. Revista de psicoanálisis

FIORELLA GARNERO

Barthes en El susurro del lenguaje (2013), señala que “la escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo al que va a parar nuestro sujeto (…), en donde acaba por perderse (…) la propia identidad del cuerpo que escribe” (Barthes, 2013, p. 75). De tal modo, entra en escena, un “cuerpo de letras” que será capturado y apropiado por cada lector. Con ello, los lectores expresarán en el encuentro con el texto, su singularidad y, en ese acto, romperán con todo sentido; pondrán en movimiento sus interrogantes, engendrando efectos que del impacto con el propio cuerpo, produzcan un más allá del enigma para convertir su lectura en experiencia.

Es así como la Revista Enigmas del Cuerpo en su novena edición, se ofrece como un espacio de múltiples y singulares escrituras, que al tiempo que contrastan, tejen y construyen un atravesamiento por la intertextualidad, pues se escriben los enigmas del cuerpo haciendo signo, marca, huella, mella… signos que convergen, signos que escapan a la palabra.

¿Qué resonancias para cada cual? La propuesta de Giraldo en “Despertar de un cuerpo”, revela en su experiencia, cómo las partes de un cuerpo mortificado por la inhibición, la angustia y el estrago, fueron quedando tras las soluciones singulares que vivifican. Al mismo tiempo, destaca que la “reconstrucción del cuerpo sinthomático”, es posible a partir de la presencia real del cuerpo del analista.

Por su parte, Grimbaum en su escrito “Cuerpo de Mujer”, subraya lo que resuena en el cuerpo a partir de la indiferencia del Otro materno frente a los signos de la feminidad, lo cual, hizo marca en su pasaje del “cuerpo niña al cuerpo joven”, revelando así, los avatares por los que circularon lo femenino y el lazo a la madre. Con ello se dirige al analista, interpretando que la búsqueda de “ser mujer” no se garantiza en el plano del amor, tampoco en el de la maternidad y mucho menos en un universal, sino en lo que Grimbaum nomina “corporizando la analista mujer”.

Anna Aromi en su entrevista, repara en el tiempo del final de análisis y en la perspectiva real del tiempo en el que los significantes “viejos”, ya no duelen. Se interroga: “¿Qué hay de femenino en las mujeres? ¿Qué hay de femenino en el sentido de no-todo?” Interesante propuesta que la pone al trabajo a partir de un punto de fuga en el que ubica, lo real en “eso” que se escapa.

Graciela Martínez, siguió dando curso al desarrollo del apartado “Psicoanálisis puro” a través de su escrito “Hacia una soledad productiva, en el que analiza la expresión de Lacan “El psicoanalista tiene horror de su acto” (p. 21). Trabaja sobre esta cita compleja, se interroga y elabora sus aproximaciones basándose en que, lo que produce horror es el goce que se separa del Otro, pues se experimenta la inexistencia del Otro acercando al borde de un real.

Por su parte, la entrevista a Miquel Basols nos introduce en el apartado “Episteme” bajo el título “Transferencia, amor y goce”. En ella recalca que el propio espacio, no puede ser concebido sin la idea de frontera, en la que dos territorios extranjeros se vinculan a partir de una medida común. Los territorios, toman el nombre de amor y goce, lugares en los que se expresa el síntoma y los malestares. Al mismo tiempo, distingue frontera de litoral, en tanto la primera remitiría en el desarrollo de Lacan a la lógica significante  —simbólica y la segunda, a la lógica de la letra—  al litoral en lo real, que supone un agujero y que se inscribe en el lugar del Otro que no existe. No obstante ello, el psicoanálisis ha trabajado con lo extranjero para cada sujeto, en donde no hay fronteras precisas sino “un espacio hecho de litorales” (p.24), con lo cual el campo y la experiencia de la transferencia, propician el espacio para que cada cual inscriba y lea su litoral justo allí, donde no hay fronteras.

Siguiendo el recorrido por el apartado de “Investigaciones clínicas”, Estela Carrera nos adentra en “La angustia: sus caras”, afecto que se revela como señal en el cuerpo que empuja y que dibuja su expresión posible en acting out y pasaje al acto. Al tiempo que la distingue de su cara real, deslocalizada, desligada del Yo; angustia que conecta con el goce y con el deseo. Su hipótesis de trabajo se suma a la idea de que la angustia en su cara real, se anuda al “Imaginario, al cuerpo y a lo simbólico descangallado” (p.51).

Si reparamos en la “Época y sus debates”, nos encontramos con la propuesta de Carolina Córdoba, quien acerca al lector el interrogante: “¿Qué se segrega?”, con lo cual, recurre al Seminario 17 en el que Lacan plantea el discurso del amo como aquel que ratifica el “para todos iguales”, dejando por fuera “los diferentes, los atípicos, los inclasificables” (p.59). Del mismo modo, ante la pregunta: ¿qué se segrega cuando se segrega? responde: “la otredad”, el goce, la manera particular en la que el otro goza.

Finalmente, en el apartado “Encuentros: creencias, arte y psicoanálisis”, el grupo de investigación “Lecturas del Síntoma”, aporta el cruce discursivo “Lectura Judía y lectura en psicoanálisis”, en el que se destaca cómo los judíos destinados a reconquistar su lengua, van más allá del enigma que la escritura plantea, haciendo uso de la ambigüedad de la letra con el fin de alcanzar el secreto. Del mismo modo, el analista se aboca a lo que escapa de la lengua común, extrae signos, lee escrituras singulares propiciando la reconquista.

Claramente estas líneas escritas atrapan no todo, por lo cual, invito a la lectura minuciosa de esta novena edición a fin de descubrir: ¿qué hace signo para cada lector?

Referencias

  • Barthes, R. (2013). El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Buenos Aires: Paidós.

  • Enigmas del cuerpo revista de psicoanálisis. Publicación anual del Departamento de Estudios “Psicoanálisis y Cuerpo” CIEC. Año 9- Núm. 9- Mayo 2018.