Si tuviéramos que nombrar algunos de los sucesos sociales y políticos más importantes que ocurrieron en los últimos años en la Argentina, definitivamente no podríamos dejar de mencionar el auge del feminismo como un movimiento de masas. Sin invisibilizar más de cien años de activismo que este movimiento lleva en su recorrido, podemos decir que actualmente somos testigos de una gran transformación que logró contener a varias generaciones, en especial a las más jóvenes, con dos banderas fundamentales: la erradicación de las violencias y los femicidios y la legalización del aborto legal, seguro y gratuito.
Este contexto, además, exige reflexionar, desde una perspectiva de género, nuestro rol como investigadores y productores de un discurso científico. Es por eso que resultan fundamentales los aportes que puedan realizarse desde los diferentes ámbitos, instituciones, organizaciones, partidos políticos y, por supuesto, desde la universidad y los espacios académicos. En este marco, el pasado sábado 9 de marzo, tuve la oportunidad de participar en el taller titulado: “Freud, el patriarcado y la heteronorma” como parte del curso “Acontecimiento Freud” dictado por la Maestría en Teoría Psicoanalítica Lacaniana (MaTPsiL) de la Universidad Nacional de Córdoba.
Allí, trabajamos sobre qué es el patriarcado y las diversas formas de conceptualizarlo; examinamos las implicancias del sistema sexo-género y la heteronormatividad como sistemas políticos e ideológicos (Rubin, 1975 y Wittig, 1992); y, por último, nos embarcamos en la ambiciosa tarea de sistematizar, en la obra de Sigmund Freud, las menciones que se hicieron a cuestiones relacionadas con el rol de las mujeres en la sociedad, la igualdad o desigualdad entre los géneros, la maternidad obligatoria, entre otras, buscando decodificar algunos conceptos de la teoría freudiana que comúnmente fueron tildados de sexistas y misóginos y que, apresurando algunas reflexiones propias del taller, están muy lejos de ser funcionales a eso.
Si bien dicha tarea no quedó concluida, luego del debate y del intercambio, pudimos esbozar una conclusión de manera colectiva que, a mi entender, nos dio algunas pautas de cómo continuar: la importancia de contextualizar la obra de Freud, no solo en términos conceptuales, es decir, traducir sus producciones teóricas para pensarlas en nuestra época; sino también, realizar una lectura profunda del momento histórico en el que escribió su obra ya que, como bien sabemos, la sociedad europea de fines del siglo XIX y principios del siglo XX tiene algunas —grandes— diferencias con nuestra realidad actual. Considerando estas dos cuestiones es que podrían pensarse desde otro lugar aquellas ideas expuestas por el autor que distan bastante de ubicar a las mujeres y a las disidencias en una posición de inferioridad y sumisión.
Este encuentro, por demás enriquecedor y alentador, espero sea el comienzo de nuevos espacios de intercambio donde continuemos reflexionando sobre nuestras disciplinas y nuestro rol como intelectuales. Estos debates emergentes del contexto social y político suelen llegar un poco tarde a los ámbitos académicos y universitarios y es nuestra responsabilidad generar instancias que permitan, no solo el diálogo entre diversos saberes como las Ciencias Sociales y el Psicoanálisis, que muchas veces se encontraron en veredas opuestas, sino también la posibilidad de revisar los conceptos y teorías acorde a las demandas de nuestros tiempos. Esta será, entonces, la tarea para los próximos tiempos que se nos avecinan.