No hay relación sexual: hay signo

HERNÁN BRIZIO

En la última enseñanza de Lacan, la definición de signo se aleja de la estructura del inconsciente por la necesidad de ubicar, por fuera del significante y de su lógica, aquellos indicios de lo real que golpean y despiertan al ser hablante.

Es por la vía del “ser” y de su “presencia” que “alguien” resulta concernido: el cuerpo anudado al acontecimiento se hace protagonista ante la variedad del síntoma y la escritura de sus signos.

Si hay signo, entonces hay una presencia de goce; es decir, algo que justamente se evidencia como contrapunto de la lectura estructuralista a partir de la cual la lógica del significante permitía deducir la falta en ser y el efecto sujeto surgido de sus articulaciones.

Todo esto conduce a una pregunta, aquella que Jacques Lacan se realizó en 1977 y que logra inspirar al presente número de Lapso intitulado “Ser signo”. He aquí el interrogante: “¿Qué quiere decir ser signo? Con esto, justamente, me rompo la cabeza” (Lacan, 2006, p. 119-120).

El signo, ¡un asunto para un psicoanalista! Asunto que conlleva embrollos, enredos y nudos. Por esta misma razón, “romperse” frente a lo imposible de aprehender sitúa un camino analítico en el cual perseverar. Es decir, que frente a un real que no se deja adormecer —que no engaña— es “posible” anoticiarnos de sus signos y sus condimentos por la vía de la mentira (ment). Tal vez una paradoja que debemos sostener de momento, pues la dificultosa correspondencia del signo con la “cosa” que señala dirige al malentendido permanente; al sentido, siempre equívoco, respecto de los hechos, ecos y resonancias en el cuerpo.

Lacan sitúa este punto en su Seminario 23: “[…] “lo real, que efectivamente miente, no deja de incluir realmente el agujero que subsiste en él […]” (Lacan, 1975-76 [2006], p. 38).

Algo del número anterior ya apuntaba a “estrellarse” contra un nuevo imaginario. Pero aquí, ahora, el “romperse” cobra protagonismo.

Tal vez sea en ese sentido que la definición de signo puede echar luces o permitirnos sostener la paradoja antes señalada, en tanto un real arroja sus insignias —“algo” para “alguien”— que no representa al sujeto para Otro como lo hace el significante (formaciones del inconsciente), sino más bien a un sujeto anudado a su cuerpo y a su goce (acontecimiento corporal).

Lacan afirma que “nuestro humo es pues el signo, ¿por qué no del fumador?” (Lacan, 1970 [2012], p. 437). Entonces: ¿Qué real se pone en juego por la vía del signo? ¿Cuál es su “peso» para el parlêtre? ¿Sería posible que lo real arroje signos?

Cifrar “algo” del acontecimiento del cuerpo y de sus sentidos (sens)[1] parece ser una dirección o bien una vía privilegiada de “saber”, donde el sinthoma- signo puede ser “advertido” por alguien en su más radical extimidad. Las operaciones entre real y simbólico, los efectos de sentido gozado, la palabra y su límite, la producción de goce ligada a la escritura, buscan ser tratadas en este número de Lapso.

El signo y su definición es lo que quizás permita sostener el problema de lo simbólico en lo real, vertiente del síntoma cuya mayor “representatividad” se pondrá en juego al interrogar las relaciones entre significante y goce.

¿Será el signo una mejor manera de abordar lo que antes señalamos como el sentido gozado?

En este sentido, Miller afirma que “es posible sostener que en cierto sentido el síntoma realiza, de manera salvaje, esa interferencia de lo simbólico en lo real […] porque es a la vez función significante y función de goce” (Miller, 1987 [1998] p. 254).

Entonces, el problema de lo real y el sentido estará más presente que nunca, pues lo que del signo hace Uno (repetición) no puede extenderse al Otro. A no ser que, por una equivocación, vía regia de un análisis, podamos aprehender algo de la forma errante de caminar y tropezar, de lo indecible.

Es preciso estar atentos a los signos de la cultura en nuestro presente, cifrados en una época donde la posibilidad del pathos que implica el inconsciente (Real) busca ser apaciguada y adormecida en discursos de auto-eficacia.

Sin embargo —lo sabemos bien por nuestras contingencias— lo real retorna feroz irrumpiendo y mostrando todo su peso en los cuerpos, discontinuando aquello que el cientificismo creía domeñar con categorías fijadas, con sus razones, para las cuales la excepción es el sujeto mismo.

Una vez más el signo es una preocupación; un hecho punzante que, siguiendo a Miller, no debemos esperar de modo contemplativo:

Se trata de esperar lo que hace signo. Y nada mejor para ello que el hueso y la espina. Se trata de esperar lo que hace signo, pero no de brazos cruzados, no mirándose las uñas. Se trata de esperar —es el ejemplo de Lacan trabajando para provocar lo que hace signo, que es, como señalé, lo que hace el analizante, quien provoca incluso lo que le hace insignia— en una sola palabra.  (Miller, 1986 [1998], p. 15)

A este tema nos acerca la entrevista realizada al psicoanalista Juan Carlos Indart, quien desarrolla con sutileza y detalle aristas que recorren la última enseñanza sin perder referencias de otros momentos concernientes a la orientación lacaniana. El signo y la referencia a Pierce, el humo, el fuego (y no sólo el fuego sino también quién lo encendió). Los signos para un analista, pero también para un analizante respecto de su división y su cuerpo afectado. La relación del signo a lo real y de éste con el síntoma. El amor y sus signos, signos de goce, signos de angustia.

También la entrevista a Elian Chali se presenta como una instalación, a partir de inscripciones, que trazan un recorrido anudado a puntos claves de la ciudad, que derivan en una valiosa conversación con el equipo editorial de Lapso.

Por su parte, David Le Breton se hace presente en este número con una lectura atenta sobre los signos de época, prótesis, tatuajes, tecnologías, así como también las marcas o las transformaciones en los cuerpos. Un apartado especial que el autor desarrolla se podrá leer en la devaluación del silencio en un contexto donde el híper consumo no exceptúa a la palabra.

Eugenia Molina apunta al valor del tatuaje su singularidad y su uso en cada parlêtre. Su recorrido incluye diferentes momentos coyunturales, pero no se reduce a ellos. La lectura que realiza busca precisar lo que el discurso analítico tiene para decir, en tanto el tatuaje como marca se instala más allá de lo que cada cultura propone.

Las huellas que el amor deja a su paso, los signos de amor, sus gestos, son abordados bajo ejemplos que sirven al discurso analítico, por la vía del cine, en el texto de Gerardo Arenas.

Las referencias teóricas de la noción de signo y el uso de éste en la clínica de las psicosis ordinarias, como también sus tonalidades, serán tratadas por Candela Méndez.

Alejandro Góngora Briones sitúa bordes con un texto que busca precisar la letra ligada a la escritura por fuera de toda representación. Interroga de forma novedosa la creación ligada a la poesía china de la mano de François Cheng. Así nos dirige hacia una dimensión donde las coordenadas de un significante nuevo estarán más que presentes. Letra, vacío, escritura, rasgo unario, trazo y, en definitiva, consideraciones acerca del final de análisis serán aquí problematizadas. En una línea similar,  Lucas Leserre realiza pasajes y puntuaciones precisas respecto del significante, el signo, la letra y la cifra. Como también lo hace Mariana Gómez al proponer un recorrido donde las articulaciones de estos conceptos, ligados a la última enseñanza de Jacques Lacan buscan esclarecerse.

Los invitamos también a recorrer el imperdible texto de Jean-Claude Maleval, “Atracción del signo para el autista”, donde el autor despliega una lectura clínica invalorable.

Cuarta edición de LAPSO: el cuarto número que, tal vez, anude a los tres anteriores y permita una serie que deseamos se continúe. En la lectura de cada uno y en sus escrituras.

[1]Notas

 “goce-sentido [jouis-sens/jouissance]” (Lacan, 2012, p. 543).

Referencias

  • Lacan, J. (1975-1976 [2006]). “El sinthome” en El Seminario de Jacques Lacan. Libro 23. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan. J. (1976-77 [2006]) “Hacia un significante nuevo” en Colofón, n. 23. Granada. Federación Internacional de Bibliotecas del Campo Freudiano.

  • Lacan, J. (1970 [2012]) “Radiofonía” en Otros escritos. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. (1973 [2012]) “Televisión” en Otros escritos. Buenos Aires: Paidós.

  • Miller, J.-A. (1986-1987 [1998]). Los signos del goce. Buenos Aires: Paidós.