Es preciso estrellarse, si puedo decirlo así,
contra un nuevo imaginario que instaura el sentido.
(…) el sentido como tal, que hace poco definí
mediante la copulación del lenguaje,
puesto que asiento allí el inconsciente,
con nuestro propio cuerpo.
(Lacan, 1975-1976 [2006], p. 120)
El presente número de LAPSO. Revista Anual de la Maestría en Teoría Psicoanalítica Lacaniana está dedicado al “nuevo imaginario”, que Lacan enuncia en la clase “Del sentido, del sexo y de lo real” del Seminario 23 (1975-1976 [2006]).
Tal como quedó planteado en la primera editorial, la apuesta de la revista es la investigación lo que implica “la apertura a lo nuevo, no sin los fundamentos” (Gómez, 2016), en tanto constituye el modo que sostenemos para “huir de lo ya sabido, que solo puede ofrecer luchas de erudición” (Laurent, 2010, p.15). En este sentido, “un nuevo imaginario” es la noción desde la que se originan las preguntas que hacen a la trama de la tercera edición de LAPSO. Los diferentes textos que los lectores encontrarán adoptan la forma de una interrogación sobre dicha noción en articulación con diferentes aristas del sintagma.
Desde el inicio de la enseñanza lacaniana, contamos con elaboraciones sobre el registro imaginario, una formulación que se fue complejizando. Incluso podemos plantear que Lacan jamás dejó de hacer uso del imaginario; es más, llegó a expresar en la última enseñanza que siempre lo adoró (Lacan, 1973). Podemos encontrar, dentro de las diferentes referencias sobre este tema que, en un comienzo, se trató de un imaginario primordialmente escópico; luego, cuando Lacan acudió a los desarrollos del estructuralismo, el registro imaginario quedó subsumido al simbólico. No lo abandonó, pero quedó planteado el poder de la imagen en la medida que el Otro del lenguaje se encuentra presente. También encontramos la articulación entre imagen y pulsión a partir de la relación de objeto (Brousse, 2012). Pero, en la última enseñanza, el registro imaginario cobró otro relieve. Lacan produce un viraje conceptual, valiéndose de la topología del nudo borromeo y hace hincapié en la equivalencia de lo imaginario con lo simbólico y lo real. En el Seminario 23 plantea:
Los tres círculos del nudo borromeo son, en cuanto círculos, equivalentes, están constituidos por algo que se reproduce en los tres (…) es el resultado de cierta convergencia, ya sea que pongo en lo imaginario el soporte de la consistencia, ya sea que haga igualmente del agujero lo esencial de lo que concierne a lo simbólico, y que sostiene especialmente lo real lo que llamo la ex-sistencia. (Lacan, 1975-1976 [2006], p. 50)
Teniendo en cuenta estas consideraciones, desde el corpus lacaniano nos podemos interrogar qué sucede con los lazos sociales a partir de que se instauran los nuevos rasgos en la civilización anteriormente mencionados, o bien cuáles son los efectos en las subjetividades a partir de las transformaciones promovidas por la tecnociencia.
En 1964, Jacques Lacan formuló: “El espectáculo del mundo, en este sentido, nos aparece como omnivoyeur” (Lacan, 1964, p. 82). Hoy resulta una evidencia que el mundo omnivoyeur se articula con la proliferación de pantallas, lo cual otorga un tinte diferente a la cuestión. Es por ello que en El ojo absoluto (2010) rard Wajcman sostiene que el rasgo de la época produjo una civilización nueva, resultado de una mutación sin precedentes, pues “la ciencia y la técnica han provisto a su nuevo dios de ojos que nunca duermen” (Wajcman, 2010, p. 15). Lacan se anticipó al respecto, conceptualizando el ascenso al cénit social del objeto a y sus implicancias.
Pero podríamos decir que eso no es todo si hablamos del “nuevo imaginario” propuesto por Lacan. En el Seminario 23 Lacan planteó lo imaginario en tanto consistencia, aludiendo de este modo a la noción de cuerpo. El viraje lleva a considerar que el parletre participa de la economía de goce a través de la imagen y Jacques Alain Miller da pistas sobre el tema, y expresa que se trata de “recurrir a lo imaginario para hacerse una idea de lo real” (Miller, 2013, p. 258).
En la tercera edición de LAPSO retomamos todas estas pistas y la apuesta ha sido interrogar a qué alude Lacan cuando dice “es preciso estrellarse, si puedo decirlo así, contra un nuevo imaginario que instaura el sentido” (Lacan, 1975-1976 [2006], p. 120). Esta cita fue el punto de partida desde donde los autores de LAPSO Nº 3 produjeron una articulación singular del tema. Encontrarán textos sobre los efectos de la digitalización de la imagen; el tratamiento del goce a partir de los dispositivos de vigilancia y el nuevo panóptico; la reconsideración del registro imaginario y del síntoma a partir de los desarrollos lacanianos del nudo borromeo; la clínica de los artificios y la noción de consistencia del cuerpo, entre otros.
La filosofía, los estudios de género, el arte y la literatura también están presentes. Uno de los trabajos aborda los aportes de Paul B. Preciado respecto a la farmacopornografía, como un campo propicio para indagar el nuevo imaginario que instaure el sentido; otro, el cuerpo como imagen reina en la historia del arte; y, finalmente, otro texto plantea una hipótesis respecto a la obra de Alejandra Pizarnik. Por otra parte, una entrevista al fotógrafo Marcos Lopez, para quien las imágenes son una forma de “hablar y respirar”.
Por último la “Entrevista LAPSO” nos habla de un Lacan que “nunca envejece”. Son las palabras de Baby Novotny, quien, en una fecunda conversación con Jorge Assef, responde a qué es lo que interpreta por “estrellarse contra un nuevo imaginario”, aludiendo a la incidencia de esta idea lacaniana en la clínica. Una entrevista fundamental en la tercera edición de LAPSO que aborda clínica, política y episteme lacaniana.
Cada lector tiene por delante un número a descubrir, sobre un tema del que aún hay mucho por interrogar: LAPSO Nº 3: Un nuevo imaginario.