…Son muy pocos los sujetos que pueden no sucumbir,
en una captura monstruosa, ante la ofrenda de
un objeto de sacrificio a los dioses oscuros.
(Lacan, 1964 [1992], pp. 282-283)
El contexto de esta frase de Lacan es, justamente, cuando él mismo fue el objeto de sacrificio negociado por la Sociedad Francesa de Psicoanálisis para conseguir el reconocimiento de la IPA. Aquella negociación ofreció su objeto de sacrificio: el propio Lacan, quien fue excluido de la lista de analistas didactas y segregado de la práctica analítica reconocida por la Asociación creada por Freud; de esta forma Lacan era impulsado a abandonar esa asociación y fundar su propia Escuela.
Pero Lacan desprende la idea del sacrificio a los dioses oscuros de un acontecimiento social e histórico puntual, aquel que fracturó el siglo XX y cambió la episteme de occidente, la Shoá:
Hay algo profundamente enmascarado en la crítica de la historia que hemos vivido —el drama del nazismo—, que presenta las formas más monstruosas y supuestamente superadas del holocausto… nada es capaz de dar cuenta de este resurgimiento mediante el cual se evidencia que son muy pocos los sujetos que pueden no sucumbir, en una captura monstruosa, ante la ofrenda de un objeto de sacrificio a los dioses oscuros. (Lacan, 1964 [1992], pp. 282-283)
Por lo tanto, el rostro de los dioses oscuros en el contexto de esta clase del Seminario 11 (1964 [1992]) tiene aún los tonos del uniforme de las SS, no obstante a partir de esta afirmación de Lacan nos preguntamos sobre qué formas tienen hoy los dioses oscuros de nuestro tiempo.
Esa es la apuesta de éste volumen de LAPSO: ¿Quiénes son los dioses oscuros de nuestra época? ¿Quiénes sus objetos de sacrificios? ¿Quiénes aquellos que sucumben a la fascinación?
Lacan no volverá a utilizar la representación de los dioses oscuros para referirse a los procesos de segregación, pero a lo largo de su enseñanza no cesará de preocuparse por el tema, y referirse a él.
Así, en 1967, de algún modo Lacan liga la segregación al Discurso Capitalista cuando dice: “Nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado por la extensión cada vez más dura de los procesos de segregación” (1967 [1992], pág. 22).
El mismo año articula la segregación con la ciencia:
…el problema más candente de nuestra época, que en tanto primera, tiene que experimentar que el progreso de la ciencia vuelva a cuestionar todas las estructuras sociales (…) Aquello con lo que (…) tendremos que vérnosla, y de modo cada vez más apremiante: es la segregación. (1967 [2012], pág. 382-383)
Un año después refiere a la segregación como la condición de la caída del Otro, encarnado en la figura del padre, y su función simbólica:
Creo que hoy en día, el rastro, la cicatriz de la evaporación del padre, es algo que podríamos poner bajo la rúbrica y el título de la segregación.
Creemos que el universalismo, la comunicación en nuestra civilización vuelve homogéneas las relaciones entre los hombres. Por el contrario, pienso que lo que caracteriza nuestro siglo, y no podemos dejar de percibirlo, es una segregación ramificada, acentuada, que se entremezcla en todos los niveles y que multiplica cada vez más barreras. (2016, pág. 9)
Más adelante, cuando Lacan dicta su seminario Ou Pire (1971-1972 [2011]), va a emparentar la segregación con el cuerpo. Si bien incluye la palabra “fraternidad” en su discurso (lo cual nos remite directamente al estatuto imaginario del cuerpo y la agresividad intrínseca del eje imaginario a-a’), hay que advertir que el cuerpo, a esta altura de la enseñanza de Lacan, tiene resonancias con lo real a partir del goce. Lacan dice:
Porque toca sin embargo, no pintarle solamente el futuro color de rosa, sepan que todo lo que asciende, que todavía no hemos visto hasta sus últimas consecuencias, y que se arraiga en el cuerpo, en la fraternidad del cuerpo, es el racismo. (1971-1972 [2011], pág. 236)
Pero hay una cita central del Seminario 18 (Lacan, 1971 [2009]) que tenemos que destacar. Lacan, nuevamente, está hablando del narcisismo, pero esta vez para referirse al proceso de identificación que se juega en la psicología de las masas. Plantea entonces:
(…) simplemente hay que decir que no existe ninguna necesidad de esta ideología para que se constituya un racismo, basta un plus-de-gozar que se reconozca como tal. (1971 [2009], pág. 29)
En ese párrafo Lacan va más allá del ideal que planteaba Freud como condición de la identificación para la conformación de la masa. Lacan se refiere a la condición de goce que está en el meollo de la cuestión y con ello también emparenta la segregación al goce.
Esta cita es central porque el sujeto siempre es un extranjero de su propio goce, no lo reconoce, sino que generalmente su goce lo sorprende cada tanto cuando se desregula de algún modo y le genera algún tropiezo.
Sucede que, muy temprano en su enseñanza, investigando la paranoia Lacan decía: “(…) lo que el alienado trata de alcanzar en el objeto al que golpea no es otra cosa que el kakón de su propio ser” (1946 [2002], pág. 165).
Allí, efectivamente, tenemos lo que Lacan anunciaba como el germen de toda segregación, lo que se desconoce es el goce propio, y es cuando algo de ese goce propio retorna desde el otro, cuando se pone en acción el rechazo mas fundamental.
Entonces, lo que se rechaza y se segrega es el goce del otro, pero más precisamente lo que del goce del otro remite al propio, al goce desconocido de uno mismo.
Es por esto que el término segregación atraviesa toda la enseñanza de Lacan, porque toca el centro de la experiencia analítica que es el encuentro del sujeto con su extimidad: su goce. La psicoanalista francesa Agnes Aflalo lo dice de una manera precisa:
El odio a sí mismo y el odio al otro son el derecho y el revés de la misma moneda que acecha la división del sujeto del inconsciente. Ella encierra sin que lo queramos nuestra propia maldad jamás controlada (…) si las guerras son siempre guerras de religión, es que la religión y la neurosis no cesan de querer escribir la creencia a lo innombrable que nos habita con las letras de fuego de la lógica totalitaria. (2017)
LAPSO retoma entonces la cuestión de la segregación que tanto ocupó a Lacan, a partir de aquel significante del Seminario 11: “Dioses Oscuros”, para interrogar el tema en la actualidad. Y así el lector encontrará en este volumen los efectos de segregación que siempre van de la mano con violencia y que aparecen en las nuevas guerras santas, en el terrorismo, en el manejo del marketing al servicio de la religión, en los restos que genera el imperativo de goce en su propuesta de consumo, en los desechos del capitalismo, en los efectos del discurso científico y en el ideal de la “Salud Mental”, en la transformación de la cultura urbana, del estilo de vida de las ciudades del tercer pero también del primer mundo, en la segregación radical que implica lo femenino en la cultura, en la propagación de la práctica del bullyng. Todos estos ribetes del tema son desarrollados con maestría por los autores que participan de este número.
Dos entrevistas, una a un artista y la otra a un jurista, nos permitirán esa conversación siempre fecunda entre el psicoanálisis, la cultura de su tiempo y los otros discursos.
Y finalmente la Entrevista LAPSO, esta vez al Presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Miquel Bassols, quien nos conduce al corazón de la clínica psicoanalítica al desarrollar en su conversación con Mariana Gómez la relación que existe entre los Dioses Oscuros, lo ominoso en Freud y el Real lacaniano, como así también la relación entre segregación y subjetividad.
Segunda edición de LAPSO, un tema actual y apasionante, del cual el psicoanálisis tiene mucho para decir, y también para investigar. Los invitamos a iniciar la lectura.