La inminencia

DANIELA SANNA

 Algo se aproxima.
No se sabe bien qué.
¿La cepa nueva de un virus conocido?
También.

 

Que imprudente se me acerca aquel
sueño adolescente de trincheras.
¿Cabrá poesía aun entre las disneas?

Ahora

Estoy, signada por a la coyuntura. De profesión médica. Lugar de trabajo: guardia central. Cualificada como: “agente esencial”.

Redoblar cuidados.

Sanitizar.

Mantener distancia.

Asumir la otredad como riesgo potencial.

Replico consejos, normativas, imparto prescripciones. Asumo la “riesgosa” tarea de aproximarme a otros cuerpos en tiempos de distancia obligatoria. Cuerpos dolientes que se aparecen como amenaza.  Organismos que van despojándose de todo cuerpo. Escasean barbijos y abundan preguntas. Los examino. No hay respiración más peligrosa que la que deja de ser silenciosa. ¿Estuvo en contacto con alguien que vino de viaje? ¿Viajó? ¿Tiene co- morbiliades? ¿Fiebre? ¿Tos? ¿Dolor de garganta?

Formulo preguntas estandarizadas. Parte del TRIAGE que evalúa individuos y contempla poblaciones – de más o menos riesgos -.  Hasta allí nada de novedad. El sujeto nunca ha sido el objeto predilecto de la ciencia.

Hoy no estoy de de guardia.

Afuera hay  sol y la plaza en frente está vacía. Son tiempos de contención obligatoria. Contener la tos. Contener el estornudo. Para no levantar sospechas. Contener también  las dudas. Y cualquier hipótesis que arriesgue sentido a donde ya se presumió que no cabe ninguno. Contener todo estilo que pueda confundirse con signo de amenaza.  Identificar los signos a tiempo. Iniciar el tratamiento oportuno.

Estoy en casa. 

Titulares rojos. Tantos. Tan parecidos. Tan alarmantes. Tan exaltadas algunas voces. Aturden. Que sí al Estado. Que no al mercado. Coincidimos. Busco entre referentes afines alguna palabra, párrafo, u oración, que habilite otros rumbos de circulación. Alguna lectura que contenga lo incontenible. Alguna clave de posibilidad. Cierto margen ha de quedar para el movimiento en tiempos de detención obligatoria.  ¡Hay que encontrar trincheras para resguardo del sujeto! Ya han cerrado las fronteras. El mundo despliega sus defensas. Lo impenetrable extiende sus geografías. Hay que hallar un salvoconducto para el sujeto. Se vuelve una preocupación insistente. Y un pedido de auxilio. Contengo el grito. Sigo de piernas cruzadas, tipeando.

Resuenan algunas lecturas

Lo real.  La tormenta que arrasa toda posibilidad de significar. ¿Algún significante que traiga alivio? En vano se anticipan los intentos de ligar lo que no se puede decir con lo que no se sabe qué es. Los  estertores; las toses; los lamentos disneicos; las caravanas fúnebres. Algo de eso es. Lo que se anuncia inminente acá y va a golpear… ¿Pero qué más? No es aditiva la operación.  Viene antecedido por el menos el resultado de la ecuación. Así impresiona. Todo diagnóstico es primero una impresión.

Alistar las filas

Se ha declarado una batalla. La jerga es belicosa. Acorde a las circunstancias. Frente. Héroes. Salvación. Peligro. Primera línea. Caídos anónimos. Anuncios de triunfos parciales. Pedidos de sacrificio. Lugares comunes  y novedosos desconocidos. Ruegos, rezos e índices acusadores. Hay de todo. Incluso lo que ya no queríamos.

¿Estamos en guerra?

Está identificada la amenaza. Parece. De momentos encandila tanta claridad. Mejor no mirar al sol de frente. Hay promesas de resguardo tras el brillo de las pantallas. ¿Y la presunción de mentira  que viene con toda promesa? Hay riesgo de derrota ante la desobediencia.

Clausurar la pregunta

No es momento de poner a flaquear la credulidad. Parece. Porque de “ESTO” nos salvamos juntos. Alejados. Juntos y alejados. Juntos en lo alejado. No es paradoja. Ni juego retórico.  Es necesidad. Parece. Y la necesidad impone urgencia. Y amerita pronto cierre de las fronteras de la duda.

Evitar el desborde

Hay que evitar el desborde de los hospitales por los organismos pestilentes. Y el de los cuerpos deseantes. Restringir para resguardar. Controlar para Conservar. Se restringe y se controla, la circulación viral y poblacional.  Las normas se multiplican por decreto. Los retenes se multiplican. Las denuncias se multiplican. La circulación viral se multiplica. Los muertos se van a multiplicar. Los muertos de miedo también se van a multiplicar. Los de hambre y los de soledad. ¿Con esos qué va a pasar?

Estigma y Sanidad

Hay enfermos detenidos: presuntos y confirmados. Por violar la cuarentena obligatoria.  Ya hubo leprosos, dementes y tuberculosos aislados. La señal de advertencia sobre lo que desborda las buenas formas de la sanidad tampoco es novedad.

Evitar el contagio

Siguen contabilizándose más muertos, más solos. La muerte siempre ha sido de cosa de uno. Se proscribe el ritual. No hay atenuantes. Ni mates, ni café, ni abrazo. La estrepitosa caída de los velos. El irrefrenable avance de lo intolerable. El control como promesa de salvación.

Pasado mañana

El lunes estaré de nuevo de guardia. Tal vez escaseen barbijos o guantes. Quizás vuelva a estar diluido el alcohol en gel.  Hay riesgos, es cierto. Uno de ellos es el de enfermar. Algunos otros no me dejan tampoco de inquietar. Cuesta arriesgar escenarios para los tiempos que vendrán.