Videoconferencia de Fabian Fajnwaks en la Facultad de Psicología de la UNC: “¿Hay un feminismo lacaniano?”

LUCIANA SZRANK

El diez de octubre de 2019, la Maestría en Teoría Psicoanalítica Lacaniana continuó su ciclo de videoconferencias. Bajo el título “¿Hay un feminismo lacaniano?”, Fabián Fajnwaks, Doctor en Psicoanálisis por la Universidad de París VIII, brindó una conferencia, dando cuenta de sus vastas investigaciones que incluyen no solo al psicoanálisis, sino también a la historia de los feminismos, a las teorías de género y a los estudios queer. A su vez, luego de la conferencia, tuvo lugar una conversación con Eduardo Mattio, Doctor en Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba, estudioso y activista de las teorías de género y estudios queer.

El recorrido de la conferencia partió de una afirmación: no podríamos decir que exista un feminismo lacaniano, lo que sí existe es una consideración de la posición femenina en la enseñanza de Lacan, de una manera muy original en la historia del psicoanálisis. Se recordó que Lacan ([1959-1960] 1991] subrayaba, a partir del seminario “La ética del psicoanálisis”, que si lo que transmitía tenía valor de enseñanza no podía dejar entrar ningún asidero que permita agregar el sufijo “ismo”. Ningún ismo resiste a la consideración del real lacaniano. Así también con la mujer y lo femenino, que por inscribirse en este registro y por no tener un significante que la designe, no permite tampoco que podamos hablar de un “feminismo lacaniano”. Todo “ismo” vehicula una posición ideológica y ninguna ideología es posible a partir de la enseñanza de Jacques Lacan.

En la actualidad de la cultura asistimos a las consecuencias del desarrollo de los derechos de las mujeres, lo que se llama paridad social y también a lo que podemos constatar como la disolución progresiva del orden simbólico. Así, ante lo que hace años se llama la caída de los ideales en política tenemos como consecuencia el ascenso al cénit social de lo real. Veríamos así extenderse, indicó Fajnwaks, lo que Jacques-Alain Miller ha denominado “feminización del mundo”. Como efecto de ello aparecen reivindicaciones identitarias, identidades que no siguen necesariamente la cartografía de las naciones, ni los credos de los grandes monoteísmos, sino que más bien se reconfiguran en una dinámica dada por el reagrupamiento de ciudadanas y ciudadanos según modos de acceso al goce, siendo un excelente ejemplo de ello las identidades de género fluctuantes.

A su vez, Fajnwaks realizó un recorrido histórico para situar qué entendemos por feminismo; señalando que los historiadores del feminismo coinciden en que ha habido cuatro grandes olas en el feminismo en Occidente. Primero, destacó que el término feminismo tuvo su origen en el discurso médico, a fínales del siglo XIX en Francia, para destacar la existencia de rasgos femeninos, físicos y/o actitudinales, en los hombres. O sea que el origen mismo de la palabra feminismo se encuentra asociado a un aspecto “desvirilizante” en los hombres.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX podemos situar la primera ola del feminismo, teniendo como eje fundamental la conquista de los derechos cívicos y ciudadanos por parte de las mujeres, principalmente el derecho al voto. La segunda ola, ubicada en los años ‘60 y ‘70, toma como partida fundamental la disposición del control reproductivo por parte de las mujeres y por ende la lucha a favor de la legalización del aborto, principalmente en Francia y en Inglaterra; allí, resaltó Fajnwaks que esto aún no ha sido logrado en la Argentina y que se ve reflejado en el gran movimiento que por la vía de los pañuelos verdes hace signo. La tercera ola, entre finales de los años ‘70 y ‘80, ha trabajado en contra de la opresión y en pos del derecho a la igualdad de acceso a puestos de trabajo para hombres y mujeres, destacándose también esta ola, sobre todo en Estados Unidos, por la lucha contra la opresión de raza. La cuarta ola es muy reciente, toma lugar alrededor del año 2010-2012, se despliega a la par del desarrollo de las redes sociales y reivindica la justicia frente al acoso sexual y a la violencia de género sufrida en los campus universitarios de Estados Unidos. Destacó Fajnwaks, que en esta cuarta ola surge tanto el movimiento “Ni una menos”, como el “Me Too” y el desarrollo del ciberfeminismo, basado en las violencias ejercidas a partir del uso de redes sociales y dando lugar al posfeminismo; como consecuencia justamente de la interacción del ser humano con la máquina, hibridación que de alguna manera implica la disolución de las teorías de género.

Por otro lado, señaló que actualmente —lo que puede decir por sus investigaciones y por los lugares donde trabaja— se habla poco de feminismo en comparación al predominio que están teniendo los estudios queer y el ciberfeminismo, o sea el feminismo asociado a la técnica. Destacó, además: “es difícil hablar de lo femenino tal como lo aborda el feminismo, porque es difícil hablar del feminismo en singular; no existe un feminismo.” Señalamiento crucial, en la multiplicidad de los feminismos aparecen diferentes abordajes de lo femenino.

Entre sus referencias, Fajnwaks tomó a Gayle Rubin (1986), reconocida antropóloga que realizó una investigación dentro de los estudios de género respecto a la explotación de mujeres: “Tráfico de mujeres: notas sobre la ‘economía política’ del sexo”. Y extrajo, de la comparación que realiza esta autora entre el psicoanálisis y las teorías de género, que el psicoanálisis no es una teoría de género debido a que no sabe qué es lo femenino. “Saber o decir lo femenino sería “esencializar” la cuestión de qué es ser mujer. El psicoanálisis se ubica, como saben, entendiendo a lo femenino como lo ilimitado, como lo que desborda el universal.”

A su vez, Fajnwaks destacó un hecho interesante, enfatizando que, por supuesto nadie podría estar en contra del principio de paridad que implicó un gran progreso social —que mujeres y hombres tengan los mismos derechos—, pero que es innegable que este discurso normativo en su aplicación trajo consigo el absorbimiento de la cuestión de la diferencia: “Como si igualdad de derechos, de derechos sociales, equivaldría necesariamente a desconocer las diferencias entre unos y otros.”

No hay entonces un feminismo lacaniano, estableció el psicoanalista, porque si lo hubiera esto supondría que Lacan defendía la idea de lo femenino, el eje prínceps de su enseñanza, por sobre otros aspectos de la experiencia de los seres hablantes. Pero, acentuó, que Lacan no haya hecho esto no quita que haya sido el primero en la historia del psicoanálisis contra su fundador —el fundador del análisis, Sigmund Freud— y contra aquellos postfreudianos que buscaron probar en Freud que sí había tal especificidad de la sexualidad femenina, más allá de la camisola de fuerza fálica en la que el padre del psicoanálisis dejó encorsetada la cuestión femenina.

Entonces Butler (1990), otra referencia tomada por el psicoanalista, con El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, fue quien destacó que lo femenino se deduce de lo “performativo” del género en contra de la norma “heterosexuada”. Señaló a su vez que, en ese libro masculino y femenino aparecen marcados por cierta simetría, apuntando a mostrar el carácter imperativo, es decir repetitivo, de las normas que determinan la asunción del género para cada uno. Y que Butler proponía que, a la manera de las drag queen o de los drag kings, se evidenciara el carácter de semblante del género y que se deconstruyera así, a través de lo performativo, los modelos de género establecidos por la cultura.

Fajnwaks resaltó que, en la lectura de Butler lo femenino como otro, como alteridad fundamental, se ve reducido a una forma de goce particular como lo masculino. A su vez, retomó lo que en los años setenta fueron las culturas queer, que hicieron explotar la diferencia sexual, la DS, déese sexual —expresión de Derrida—, equivocado en francés con diosa sexual. Es decir, la diferencia sexual como una diosa para promover modos de goce alternativos y lo que se llama hoy la diversidad sexual. O sea, que cada uno goce como le plazca y esto por fuera de la norma heterosexual. Y agregó:

“No nos oponemos a esto desde el psicoanálisis y vamos más bien —junto con la última enseñanza de Lacan, última enseñanza leída y reformulada por Jacques-Alain Miller— en el mismo sentido que estas culturas queer. Ya que la perspectiva del sinthome implica justamente que cada ser hablante encuentre su modo particular de anudar los tres registros: simbólico, imaginario y real. Y compartimos en este punto la crítica incluso, al orden patriarcal que los estudios queer promueven.”

Ya avanzada la conferencia, retomó a Rubin (1986), que en su famoso trabajo planteó dos cuestiones respecto al psicoanálisis: que es una psicología de género y que es un feminismo fallido. Fajnwaks tomó estos dos términos de la antropóloga como verdadera interpretación de la obra freudiana y resaltó que, si nos detenemos estrictamente en la obra de Freud, constatamos que lo que dice del varón y de la niña, del hombre y de la mujer en su relación con el falo —afirmación viril para él, envidia del pene para ella— se trata en efecto de una cierta teoría de género. Así, señaló que Freud de algún modo, a pesar de él mismo podríamos decir, terminó afirmando lo que es ser hombre y lo que es ser mujer. Por supuesto, esto con el resguardo de que cada uno de los géneros se define, cada uno es por cierto en relación al significante, es decir al significante fálico. Y, siguiendo esa línea, planteó que la concepción del psicoanálisis como feminismo fallido, tiene que ver con el decir de Freud de que no se sabe lo que quiere una mujer y con pretender definir la feminidad, quedando así él mismo en el camino y encerrando al feminismo en la aporía fálica. Finalmente, Fajnwaks destacó al respecto: “En este punto preciso, solamente en este punto, las feministas de la primera y de la segunda ola tenían hasta cierto punto razón en denunciar el ‘falocentrismo’ de la obra de Sigmund Freud, en el que la feminidad quedaba enclaustrada.”

Luego de esto, Fajnwaks retomó el título de la conferencia planteando que podríamos decir que existe un feminismo lacaniano si se toma el desarrollo de Lacan ([1971] 2018) a partir del seminario “De un discurso que no fuera del semblante”: aparecen allí las elaboraciones respecto al no-todo femenino, la teorización de un goce no-todo por fuera de la premisa de lo universal del para todos del dominio fálico, postulando por primera vez en la historia del psicoanálisis la existencia de un goce por fuera de la premisa fálica. En ese seminario Lacan ([1971] 2018) produce los cuantificadores lógicos de lo universal y de lo particular, para construir en torno a la función fálica el universo masculino totalizante y la dimensión abierta, ilimitada, de lo femenino respecto de la cerradura fálica. Fajnwaks señaló que allí también Lacan plantea algo fundamental: no sabemos lo que es un hombre o una mujer, estos constituyen valores sexuales. Y destacó lo fundamental que es esta proposición frente a toda acusación o sospecha de esencialismo —como lo hacen algunos movimientos feministas— dirigida al psicoanálisis.

Fajnwaks recordó que no se es hombre ni mujer porque así lo dicte la anatomía, ni tampoco porque el modo de goce fálico o el modo de goce ilimitado correspondan con el sexo anatómico. Precisamente, que no sepamos lo que es un hombre o una mujer no permite al psicoanálisis constituirse en una teoría de género, ya que estos valores sexuales quedan a disposición de cada ser hablante, así como la tarea para cada uno de encontrar qué valor atribuir a estos significantes. Se afirmó entonces que a cada ser hablante toca inventar su manera de ser hombre o de ser mujer.

Entonces, Fajnwaks problematizó una vez más si hay o no un feminismo lacaniano y planteó de manera muy práctica una operación dialéctica. Su tesis: existe un feminismo lacaniano porque Lacan permite reconocer un modo de goce propiamente femenino, por fuera del significante fálico. Su antítesis: ni Lacan, ni la teoría lacaniana nos permiten decir lo que es una mujer, solo se permite reconocer este goce particular, este goce fuera del goce fálico que se percibe en el cuerpo, pero del que las mujeres no pueden decir nada. Destacó entonces que no existe así un feminismo propiamente lacaniano ya que no se sabe lo que es una mujer. Justamente, Lacan escribe La mujer tachando el artículo “La”, para designar que no existe un significante para nombrarla. Y esta experiencia corporal del goce Otro que algunas mujeres sienten no permite significar lo que es una mujer. Finalmente, su síntesis: la teoría lacaniana permite reconocer lo específicamente femenino sin hacer de ello un feminismo, una predicación de lo que es ser mujer. El feminismo fallido que es el psicoanálisis, feminismo que denunciaba Rubin (1986), existe entonces por razones intrínsecas al psicoanálisis mismo. El psicoanálisis reconoce lo femenino, pero no lo eleva al rango de un universal o aun de un significante, lo que impide al psicoanálisis tornarse en una ideología, un “ismo” presente en el feminismo, es decir un saber sobre lo femenino mismo.

A su vez, Fajnwaks retomó el seminario “…o peor” y señaló que Lacan ([1971-1972] 2012) allí busca una manera de escribir la no relación sexual y que el significante fálico es ya un primer modo de escribir la no relación sexual. Ya que el falo es el término que hace mediación para que el encuentro sexual se produzca; lo que permite que cada uno de los partenaires sepa lo que es como falo para el otro, y esto, podríamos decir, en una relación tanto hetero como homosexual. El falo produce una disimetría fundamental en el encuentro sexual porque hace funcionar un tercer término en lo que cada uno encuentra de atractivo, de deseable en el otro, la significación que se le atribuye es esencialmente distinta para cada uno. De este modo, señaló Fajnwaks, es el falo por cierto una primera manera de escribir la no relación sexual. Pero Lacan dirá aquí que hay que buscar otras maneras y por esta vía solicitará las proposiciones de lo universal, de lo particular, para dirigirse a lo que dará en el seminario siguiente, “Aun” (Lacan [1972-1973] 2009): las célebres fórmulas de la sexuación. En estas, se considera que una parte de cada x, de cada ser hablante, del lado femenino puede sustraerse a la función fálica, quedando allí abierto a lo ilimitado del goce Otro, el goce fálico.

Recordó a su vez Fajnwaks, cómo algunas autoras feministas de la escuela freudiana de París, Luce Irigaray entre ellas, criticaban a Lacan lo limitado de esta proposición y buscaban hacer de este goce no-todo un goce todo, más bien atribuyendo a lo femenino una nueva totalización allí donde Lacan lo inscribía como un suplemento a la función fálica. Esta protesta de las analistas feministas de los años setenta buscaba justamente totalizar el goce Otro. Y señaló que lo que tenemos que constatar hoy, en el momento actual de la cultura, es que la marcha del mundo ha dado razón de alguna manera a estas analistas feministas, ya que la feminización del mundo es precisamente esto, la extensión al conjunto de la civilización del goce no-todo, volviéndose de algún modo un goce que ya no es suplementario al goce fálico sino que en el nuevo régimen del goce actual se trata de un goce liberado ya de la camisola fálica y vuelto de algún modo todo, es decir totalizado. Por ejemplo, es lo que el régimen actual de las adicciones generalizadas —adicciones a diferentes productos: internet, celulares, juegos, redes sociales— pone en evidencia. Nos propuso también que recordemos cómo Lacan afirmaba en los años setenta que la droga era lo que permite romper el casamiento con el goce fálico. Si en los años setenta era la droga lo que comenzaba a extenderse, el comportamiento adictivo caracteriza hoy a todos los seres hablantes en su relación a todo gadget técnico o incluso a muchas maneras del saber.

Como Lacan es un enseñante complejo, destacó Fajnwaks, ya desde los años sesenta parecía tener la intuición de que no toda la corriente fálica encausaba a lo femenino en la mujer, dijo esto para decir que justo antes del seminario “Aun”, en su escrito “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina” Lacan ([1960] 2002) deja ya entender que el falo no captura todo lo pulsional en la mujer y sobre todo algo escapa a la corriente del instinto materno, lo que como sabemos está escrito del lado fálico en las fórmulas de la sexuación. En ese seminario justamente, Lacan ([1972-1973] 2009) parece ordenar al goce en dos grandes lados, el masculino, fálico y el lado femenino como no-todo.

Y, agregó Fajnwaks, también hay que observar que algunos años después, en la perspectiva ya del sinthome, en el Seminario 21 dirá Lacan ([1973-1974] Clase del 9 de abril de 1974. Inédito) que “el ser sexuado se autoriza de sí mismo”, se autoriza de sí mismo y de algunos otros. Esta proposición que dice que el ser sexuado se autoriza de sí mismo se destacó como fundamental, ya que abre la relación con lo sexual de toda identidad de género. Identidad de género ajena al psicoanálisis, que no teorizó en ningún momento la relación a la sexualidad ni en términos de identidad, ni en términos de género, pero sí en relación a un objeto plus de gozar, que no conoce ni identidad ni género alguno. Fajnwaks se apoyó, para afirmar esto, en un autor queer justamente, Javier Sáez (2004), español que escribió Teoría queer y psicoanálisis, y que recordaba este principio fundamental del corpus teórico lacaniano. Que el ser sexuado se autorice de sí mismo permite despejar la cuestión de toda determinación simbólica, de toda determinación edípica, de toda determinación identificatoria para hacer valer cuánto los encuentros contingentes con el goce, más que aquellas determinaciones que quedan del lado de lo simbólico, permitirán al ser hablante proceder a una insondable decisión de su ser sexual y esto sobre el fondo de un agujero fundamental en cuanto a lo sexual, que el celebrisísimo aforismo de Lacan “no hay relación sexual” permite designar.

Fajnwaks ubicó entonces en este desplazamiento del seminario “Aun” ([1972-1973] 2009) al seminario “El sinthome” (Lacan [1975-1976] 2013) que, lo que permite hacer nudo para el ser hablante, lo que permite anudar los tres registros da lugar a una invención, a un saber hacer respecto del goce. El goce, en el seminario del sinthome, no está más allí ordenado del lado masculino o femenino. Se trata más bien, en esta perspectiva borromea, de los arreglos con el goce a los que procede el ser hablante a partir del momento en que este goce no puede ser simbolizado.

Fajnwaks finalizó la conferencia, por un lado, señalando que el feminismo, actualmente, ha pasado a la cultura y que de este modo ha perdido su dimensión de alteridad, ya que el goce que se juega en lo continuo no conoce el corte y que esto mismo habilitaría que el psicoanálisis aparezca de algún modo en cierta posición conservadora respecto de la marcha del mundo; destacando que, una posición conservadora no quiere decir reaccionaria sino más bien que no participa del empuje al goce que gobierna la cultura hoy y que se verifica como la tendencia del discurso capitalista.

Por otro lado, recordó que sabemos justamente que las culturas queer proponen diversificar el género para hacer estallar la diferencia hombre y mujer. Pero destacó como proposición más radical, la abolición del género que propone el xenofeminismo —una de las corrientes más recientes del feminismo dentro de la universidad inglesa de West London—, del cual se puede leer el libro de Helen Hester (2018), Xenofeminismo. Tecnologías de género y políticas de reproducción, que propone simplemente la abolición del género, abolición del género junto con las categorías de clase y de raza. Lo que busca este movimiento es atacar toda identificación, bajo la forma de la puesta en cuestión de toda política identitaria, y que cada uno encuentre su modo de articular su ser sexuado, a partir justamente de su ser sexuado. Se entiende así, que el feminismo haya llegado a lo que podría parecer una paradoja, la abolición de la categoría de género misma. Pero esta paradoja lo es solo en apariencia, aclaró Fajnwaks, ya que se puede leer desde la lógica misma de la extensión de lo femenino hoy, femenino que se sitúa más allá de la lógica del significante, de las categorías universales, del paratodeo, como decía Lacan.

Así, el recorrido de la conferencia de Fajnwaks concluyó en que es aún más radical lo que la última enseñanza de Lacan despeja. Tanto por la denuncia de los semblantes que se realiza, al menos de manera indirecta, sobre los universales absolutos del orden patriarcal —es decir al registro del padre simbólico—, a todo binarismo —sobre todo el binarismo sexual— y al esencialismo anatómico. Como también, por lo que la última enseñanza permite captar, el hecho de que cada uno hace su nudo a la sexualidad, en relación a sus encuentros contingentes con el goce, apoyándose en los distintos estereotipos de género al que se crea pertenecer. Y que, justamente el trabajo de un análisis debe abrir la posibilidad a un sujeto de inventar, reinventar, su modo de vivir el género. En menos palabras: “existen tantos géneros como seres hablantes en el universo”.

Referencias

  • Butler, J. ([1990] 2007) El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós Ibérica.

  • Hester, H. (2018) Xenofeminismo. Tecnologías de género y políticas de reproducción. Buenos Aires: Caja Negra Editora.

  • Lacan, J. ([1959-1960] 1991) “La ética del psicoanálisis” en El seminario de Jacques Lacan. Libro 7. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. ([1960] 2002) “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina” en Escritos 2. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

  • Lacan, J. ([1971] 2018) “De un discurso que no fuera del semblante” en El seminario de Jacques Lacan. Libro 18. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. ([1971-1972] 2012) “…o peor” en El seminario de Jacques Lacan. Libro 19. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. ([1972-1973] 2009) “Aun” en El seminario de Jacques Lacan. Libro 20. Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. (1973-1974) Clase del 9 de abril de 1974 en Seminario 21. Inédito.

  • Rubin, G. (1986) “El tráfico de mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo” en Nueva Antropología. Volumen VIII. Número 30. México DF: Asociación Nueva Antropología A. C.

  • Sáez, J. (2004) Teoría queer y psicoanálisis. Madrid: Editorial Síntesis.