Contagiados
MARCO ALFIERI
Lacan da una entrevista en 1974, sorprende encontrar allí algunas pinceladas, casi oraculares, cuando habla sobre la angustia de los científicos. Opina que la ciencia comienza a experimentar una crisis de angustia ante la evidencia de su propio trabajo. Se refiere a esto a partir de la fabricación de bacterias resistentes a todo, que ya no podrían detenerse, con el potencial de limpiar de la faz de la tierra a la humanidad, una verdadera plaga salida de las manos de los biólogos. Si bien se refiere a esto en un tono socarrón no deja de sorprendernos la actualidad de sus dichos.
Transmisión comunitaria:
El 3 de Marzo se dio a conocer el primer caso de Covid-19 en Argentina, denominado Coronavirus. El 23 de Marzo el Gobierno Nacional confirma que el país había ingresado en fase de “Transmisión comunitaria”, luego de remarcar que se habían confirmado casos en personas sin que hayan tenido antecedentes de viajes a países de riesgo, ni contacto estrecho con personas que lo hayan hecho.
Para ese entonces el número de infectados confirmadas crecía a un ritmo considerable, aunque mucho menor que en los países más comprometidos. El panorama se presentaba como poco, preocupante. Podemos decir que efectivamente, algo del orden epidémico, ya se había transmitido. Un tipo de contagio que se propaga indistintamente de si uno ha contraído el virus o no, una epidemia paralela.
Los efectos podemos constatarlos rápidamente, las calles se despoblaron, en algunos casos las personas se dirigieron en estampida a los supermercados, en los locales de bienes indispensables se pueden ver colas de individuos guardando metros de distancia. Podríamos decir que se origina un pánico colectivo, a partir del cual, de repente el otro se transformó en alguien ominoso, un posible portador de un germen, invisible, indetectable.
El orden simbólico sobre el cual las personas organizan sus vidas (pensemos en el conjunto de hábitos, costumbres, las creencias que nos sostienen) estalla significantivamente. Como efecto se produce una expansión en cadena de reacciones subjetivas, que testimonian un malestar crudo. Freud explica este mecanismo en 1921 de la siguiente manera:
Los signos percibidos de un estado afectivo son aptos para provocar automáticamente el mismo afecto en quien los percibe. Y esta compulsión automática se vuelve tanto más fuerte cuantas más son las personas en que se nota simultáneamente el mismo afecto. Entonces se acalla la crítica del individuo, y él se deja deslizar hacia idéntico afecto […] Es innegable: opera ahí algo así como una compulsión a hacer lo mismo que los otros, a ponerse en consonancia con los muchos. Las mociones afectivas mas groseras y simples son las que tienen las mayores probabilidades de difundirse de tal modo en una masa. (Freud, 1920, p. 80)
Todo esto para decir que el ser hablante es epidémico en sí mismo, por estar habitado por esa substancia gozante llamada significante. Y el significante amo predomínante en este momento no es otro que “Coronavirus”. Este se impone, se viraliza desde los multiples dispositivos y redes, rompe y reorganiza la experiencia a una velocidad que hace difícil su absorción desde el orden simbólico.
Siguiendo a Miller (2016), encontramos una concepción de lo que Lacan llama epidemia. Este la ubica en la dimensión de un discurso, en la medida que se esparce, atrae a los seres hablantes por medio de sus significantes y efectos de verdad, los ordena según las funciones que él dispone, instaura un nuevo régimen de la palabra, un nuevo régimen de relación con el cuerpo, una nueva relación con el goce.
Defensa contra un real:
Defensa contra un real! , Y eso qué es?
Lacan ubica en su última enseñanza la noción de que toda cultura, con sus elucubraciones y construcciones son una defensa contra lo real. De manera tal que no escaparía a ese criterio las producciones científicas y las otras.
Esto nos lleva a pensar como otro efecto epidémico del significante Coronavirus, la pila de escritos, ensayos, opiniones en medios y redes que se acumulan. Podemos tomar esta tendencia, como una muestra de la necesidad intrínseca a los seres hablantes de producir sentido sobre el agujero de lo real.
No estamos excluidos, aunque deberíamos estar advertidos, de la facilidad con la cual se ingresa al lugar del comentario especialista, ávidos de consejos aleccionadores, lugar que no le conviene al psicoanálisis, “tenemos la impresión de vérnoslas con la expansión, con la multiplicación, con una invasión, Mas bien nos veríamos llevados a decir que el psicoanálisis está por doquier –enunciado que no puede dejar de ir acompañado de su sombra, a saber, que tal vez no esté en ningún lado.” (Miller, 2016, p.13)
Tratemos de calibrar de qué se trata hoy, la experiencia de lo real. Nos servimos de algunos criterios para dar cuenta de dicha experiencia, ya que su misma conceptualización es un imposible. Lo situamos en lo que no anda, en lo que se pierde, está en desorden, desprovisto de sentido y se presenta como insoportable.
Tomemos un excelente trabajo, recientemente publicado por Zadig España, para extraer algunas precisiones que realiza Miquel Bassols:
En el caso de COVID-19 es una ley que vamos descifrando poco a poco, demasiado poco a poco. Hay, pues, un real del tiempo en juego que es decisivo para su tratamiento. Lo real del ser hablante […] es un real sin ley. Pero el virus SARS-CoV2 no, el sigue una ley implacable, él sigue la ley de de la naturaleza que hay que saber descifrar para poder hacerle frente. El problema es que no conocemos todavía suficientemente su ley, y sobre todo no conocemos todavía como desactivar su modo de contagio para crear antivirales y una vacuna que sean eficientes.
El énfasis está puesto en una dimensión temporal, lo real del tiempo y lo traumático que puede ser para cada uno. El pánico colectivo se introduce, se viraliza y las invenciones sintomáticas que los sujetos se arman se descomponen. Se pone en marcha un sentimiento de urgencia, a comprar, a abastecerse, a limpiar, desinfectar, a no enfermarse todos al mismo tiempo para que el sistema de salud no colapse.
En fin, de esto y no de otra cosa nos ocupamos desde el psicoanálisis. De lo que no anda bien y sus efectos no se manifiestan necesariamente por estar infectados por el Coronavirus.